Una llamada telefónica anunció la mala noticia que trajo malos recuerdos: revivieron lo ocurrido hace once años. Una vez más la delincuencia le arrebataba la vida a un miembro de la familia Daza Andrade. Esta vez se trató de Héctor Ramón, el octavo de once hermanos.
Nadie lo podía creer. La víctima, un joven de 26 años, quien fue ultimado en una venta de empanadas, en la avenida principal de La Nueva Lucha, al oeste de la ciudad.
Faltó a su trabajo
Daza Andrade se ganaba la vida como albañil. Era una persona muy responsable con su trabajo. El martes acudió y se retiró temprano porque se sentía mal. El miércoles no fue y pasó el día con dolor de cabeza. Su padre, Sirio Daza, lo acompañó al ambulatorio y le enviaron algunos exámenes.
El jueves en la mañana el señor Daza salió de Villa Productiva, lugar donde estaba con sus hijas, para Colinas de La Lucha, a buscar a su hijo para acompañarlo a practicarse los exámenes, pero se había ido; no lo encontró.
Daza Andrade acudió temprano al laboratorio y cerca de las ocho de la mañana se desocupó, por lo cual, en su moto, acudió a un puesto de empanadas ubicado en la avenida principal de la Nueva Lucha, en donde acostumbraba comer. Siempre pedía cinco empanadas y se la llevaba.
En una esquina estaba un sujeto quien vio estacionarse a Daza Andrade, comenzó a caminar sigilosamente hasta llegar a él, y al hacerlo sacó un arma de fuego y le disparó en tres ocasiones al joven.
Un proyectil entró en su pómulo izquierdo y salió en la nuca. Los otros dos en su brazo derecho, ambos con entrada y salida. El criminal, una vez que vio caer a Daza Andrade al piso, guardó el arma y se fue caminando.
Quienes estaban allí comenzaron a correr. Cuenta el dueño del local que al momento del hecho se encontraba volteando unas empanadas y sólo escuchó las detonaciones. Calcula que estaban como quince personas dentro del local y también había niños.
El cuerpo de Daza Andrade quedó boca abajo, entre la acera y el porche del local, estaba sobre un charco de sangre y a un lado de él quedó su casco de motorizado.
Sobre su cuerpo
Familiares llegaron al lugar y se le abalanzaron sobre su cuerpo sin vida. Le sobaban sus manos y lloraban; le pedían que se parara y se preguntaban qué había sucedido.
El señor Sirio Daza estaba ahogado en llanto. No podía creer lo sucedido con su hijo; una de las más afectadas era una hermana, con quien estaba viviendo en Colinas de La Lucha.
Alrededor estaban muchos curiosos, observando la terrible escena de dolor, se aglomeraban tanto y entre ellos comentaban que era una persona sana a quien habían confundido.
En el momento de llegar funcionarios del Eje de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), los curiosos se aglomeraron más y hasta desde los árboles se asomaban.
Los sabuesos hicieron el respectivo levantamiento del cuerpo. Cerca del cadáver fueron colectadas dos conchas, aparentemente de calibre 9 milímetros.
Los detectives hasta ahora no tienen móvil alguno sobre el caso, pues todo apunta a que es una confusión, porque el joven es una persona sana.
Lo que sí comentaron los vecinos y allegados a la familia es que al joven hace 20 días le robaron su motocicleta y él pagó rescate por recuperarla. Los efectivos no descartan hipótesis alguna.
Segunda pérdida
La muerte del joven albañil es la segunda que empaña al núcleo familiar, hace 11 años, un 3 de octubre fue asesinado Franklin Daza, hermano de la actual víctima.
Franklin fue sometido junto a su familia dentro de su casa en Colinas de La Lucha y por resistirse al robo lo asesinaron.
A raíz de ellos la familia se mudó a Villa Productiva, lugar donde vivían casi todos, excepto una de las hermanas que fue la que se quedó en la vivienda.
Cabe destacar que la casa de Héctor Daza Andrade, está ubicada a cinco cuadras del puesto de empanada donde fue asesinado.
Según comentaron los vecinos la avenida principal de La Nueva Lucha es un sitio muy sano, en donde no se registran robos, tanto así que el dueño del local tiene 24 años en el lugar y nunca ha sido víctima del hampa.
