A pesar de sus múltiples problemas y del deplorable gobierno que dirige un régimen agotado, Venezuela cuenta con una envidiable posición geográfica y riquezas naturales más allá del petróleo, nada despreciable, pero ya insuficiente, que continúan siendo envidia para el mundo y un reto para nosotros mismos.
Por primera vez en cinco años y tres meses reunimos en Caracas a toda la familia directa. Los seis hijos y casi todos los doce nietos estuvieron varios días con nosotros. De los hijos cuatro viven en el exterior, incluidas las tres hembras. Los mayores están físicamente entre nosotros. De los nietos, son siete afuera y cinco hembritas aquí. Tengo todavía una prohibición judicial para salir del país. Dictada inicialmente por dos años, pero llevo cinco y tres meses sin poder resolver el problema. No ha habido forma de que el Juez correspondiente, con el proceso cerrado hace tiempo, declare declinada la medida y me devuelva la libertad plena para ejercer hasta el derecho a votar, también suspendido por el CNE. En una parte del encuentro estuvieron presentes buena parte del resto de la familia, la que vive en Maracaibo y también en Caracas.
Pasada la indescriptible alegría y la inevitable despedida parcial y progresiva, se revivió en nosotros una especie de angustia existencial por el presente y futuro de esta nación. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué va a pasar? Son algunas de las preguntas que nos hacemos, difíciles de responder a terceros, a quienes respetamos y a los cuales debemos responsabilidad. No sé qué va a pasar, pero de lo que sí estoy seguro es que lo peor que puede pasar es que no pase nada, que las cosas sigan por el camino de este socialismo de pacotilla.
Vinimos todos al Litoral Central. Frente a la inmensidad del Mar Caribe, de la belleza espectacular de unas playas que son testigo fiel de los hermosos amaneceres y puestas del sol, de unas noches con esa mezcla de calor tropical y amor fraterno de la familia, ratificamos nuestro compromiso existencial de trabajar por el cambio necesario. Cada uno regresa a sus bases operacionales, deben continuar con sus vidas dentro y fuera de Venezuela.
¿Hay solución? Claro que sí. EL cambio es posible y será realidad muy pronto, más allá del triunfo electoral de diciembre. No se necesita de mucha gente para lograrlo, pero sí de gente honesta, valiente, resuelta y con ideas claras sobre lo que debe hacerse inmediatamente después. Existen.