El tiempo es una representación necesaria que sirve de base a todas las intuiciones. Sólo en él es posible toda la realidad de los fenómenos. El tiempo es siempre sucesivo e infinito.
En un supuesto negado de que la humanidad no hubiese aparecido sobre la faz de la Tierra, no habría conocimiento del tiempo como concepto e intuición a priori. Por ello, el individuo, el ser humano, por la razón de ser y de existir sobre la Tierra, se convierte en la memoria de ésta y del tiempo y de todas las cosas que la realidad le impone al entendimiento del pensamiento humano.
Sin el espacio no tendría cabida la vida del hombre y de todas las cosas en la inmensa variedad de la vida. El tiempo como el espacio son dos posibilidades ciertas para el individuo. El tiempo es cambio continuo, mudanza, aunque no se la perciba. Su realidad es su sucesiva persistencia.
El hombre se encuentra siempre en la posibilidad cierta de ser de ayer, de hoy, de mañana; es decir, de trajinar el concepto de sucesión como trajina el concepto de sucesión el tiempo. Por esta razón, el tiempo está en nosotros. La vida es un proyecto programado; la vida del ser, su proyecto y su programa es sucesiva como sucesivo es el tiempo. Y esa sucesión es finita. Sujetos como estamos a la ciencia general del movimiento, de la mudanza, de los sucesivos cambios, en el tiempo infinito, nuestra finitud, en cualquier instantáneo momento, se extingue.
El tiempo es infinito, pero en esa infinitud suya se desarrolla el programa del proyecto de vida de modo finito. Es así, como en cualquier instante la sucesividad de la vida se interrumpe, se da por concluida, cesa. Como se puede juzgar, ese proyecto programado de la vida, que es finito y que se mueve en la infinitud del tiempo, es sucesivo, pero no continuado; hay una individualidad en cada proyecto y una programación que no se sabe cuándo se interrumpe o concluye.
Para la vida el tiempo no puede ser externo, su concepción a priori es inseparable de ella. Sólo que la vida como programada proyecto en su interrumpida finitud cumple con éste, en tanto que el tiempo no tiene esas preocupaciones.
Se concluye, entonces, que para que haya vida no sólo es necesario que hayan unas condiciones físicas de modo permanente, sino que, además, sin el espacio donde moverse el hombre, y sin el tiempo para el desenvolvimiento de la programación del proyecto, aun cuando hayan las condiciones expuestas, la vida no sería posible sin estos.
@carlosmujica928