Desplazarse por el casco histórico y sus alrededores deja una profunda tristeza, al observar que edificaciones con más de cien años de existencia están a punto de derrumbarse. La pintura de las fachadas no esconde el avanzado deterioro de paredes y techos.
En un recorrido por la carrera 18 comprobamos que algunas casonas lucen descuidadas, llenas de grafitis, grietas, filtraciones.
Las autoridades o propietarios deben hacer algo para rescatar este patrimonio, pues es inconcebible que se pierda la esencia de la historia local.
Intentamos conversar con algunas familias del lugar, pero la mayoría se mostró apática y desilusionada, porque los proyectos de rehabilitación sólo contemplan a las instituciones.
Una dama abrió la puerta a medias y dijo que los daños son generales en las casas: puertas, ventanas, marcos y pisos. La situación es la misma en varios inmuebles. Algunos se encuentran ocupados, otros no, sin embargo muchos representan un riesgo. En cualquier momento pueden desplomarse.