El segundo lugar ocupado por la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado en los recientes Juegos Venezolanos de Institutos de Educación Superior celebrados en Barinas, detrás de Carabobo, trae a nuestra memoria la celebración de la justa en suelo crepuscular en diciembre del 2004.
Con la armonía de la música venezolana, especial la larense, y con el entusiasmo arrollador de la juventud estudiosa de todo el país, fueron inaugurados en el Estadio Antonio Herrera Gutiérrez aquella noche del martes 30 con la participación de más de cinco mil deportistas representantes de 27 centros de enseñanza.
Fue Barquisimeto la que vio nacer los Juegos Venezolanos de Institutos de Educación Superior en 1972 asumidos por la entonces Universidad Regional Centroccidental (URCO), hoy Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, (UCLA).
Tomó igual responsabilidad 32 años después donde cristalizó el sueño de ser uno de los mejores eventos celebrados en su historia, conquistando el quinto lugar luego de 15 días de competencia, donde precisamente la Universidad de Carabobo conquistara de igual manera el gallardete.
Siempre se ha dicho que el deporte es el mejor vínculo para que los pueblos estrechen sus lazos de amistad. Por esta misma circunstancia, y por la naturaleza de lo que un compromiso de esta índole representa, fue que Barquisimeto, a través de nuestra primera casa de estudios, aceptó la sede de este evento, el número 13.
El licenciado Francesco Leones, su rector, cumplió con esta impostergable decisión, como el mejor homenaje a Barquisimeto en sus 452 años, con visualización de magnificencia, es decir, de lo óptimo bajo el signo de la austeridad, pero con el mismo futuro que transmitió el sentimiento de las 27 universidades por la libertad, la igualdad y confraternidad.
Otro de los hombres que llevó sobre sus hombros una gran responsabilidad, pero sobre todo un gran anhelo, fue el profesor Francisco Carrasco, para entonces director de deportes de la UCLA, y director ejecutivo de los juegos.
Fue él quien planteó lo concerniente a la implementación de un sistema de atención integral a los atletas, tanto en los ambulatorios y otros centros médicos para cubrir cualquier eventualidad durante el desarrollo de la contienda.
Fue su mayor compromiso de jerarquía universitaria a nivel deportivo, porque ya había dejado copada atrás su satisfacción como extraordinario profesor de Matemáticas.
Tanto para el rector Francesco Leone, como para el profesor Carrasco, quizás esta responsabilidad, catalogada como el evento deportivo universitario con mayor trascendencia en el ámbito nacional fue una empresa difícil, pero esa alforja repleta de sueños venció temores, mereciendo la admiración irrestricta de la crítica deportiva.