Cuatro años después de su muerte, el legado de la voz blanca del soul sigue presente. El genio de Amy Winehouse era indiscutible. Su imponente voz, su sensualidad al cantar y unos temas directos e hirientes hicieron de ella una gran estrella en un tiempo récord, tan rápido como su desaparición, como cuenta el documental «Amy».
Un documental aprobado primero y denunciado después por su padre, que lo tildó de engañoso, muestra sin pudor cómo casi toda la gente que rodeaba a la cantante no supo medir su vulnerabilidad ni la ayudó a frenar una vida descontrolada que acabó con su muerte.
Con testimonios muy valiosos de amigas de la infancia -Juliette Ashby y Laurent Gilbert, principalmente-, de su primer representante, Nick Shymansky, de sus padres -Mitchel y Janis-, de su marido, Blake Fielder-Civil, y de la propia Amy, el realizador construye un retrato desolador más allá de la imagen conocida de la cantante.
El documental comienza con unas imágenes rodadas en vídeo casero durante el cumpleaños de una de sus amigas cuando Amy solo tenía 14 años, pero en las que ya se intuye una personalidad compleja.
Con una voz espectacular, más propia de cantantes negras de jazz, la británica estuvo obsesionada desde muy joven precisamente con ser una buena intérprete de ese género de música, que era el que más le gustaba.
Y vivió como una especie de traición el tener que componer y cantar temas mucho más pop, pese a que los arreglos hacían que su voz sonara espectacular e hiciera de esas canciones un género en sí mismo.
Pero Amy Winehouse era una persona fuerte y débil al mismo tiempo, dependiente del cariño y la atención de los demás, bulímica, drogadicta y alcohólica, que llega a confesar a su amiga Juliette en una imagen recogida en la película que «el mundo es un rollo sin drogas».
El mito de Winehouse
El 23 de julio de 2011 fue encontrado sin vida el cuerpo de la diva del soul en su domicilio de Camden Town, una noticia que causó una gran conmoción en el mundo musical pues apenas tenía 27 años.
La autopsia realizada a la solista reveló finalmente un abuso etílico por parte de la cantante, ya que su cuerpo contenía 416 miligramos de alcohol por decilitro de sangre.
Es su familia más cercana la que trata cada día de mantener presente el legado de Amy, ya que su padre -Mitch Winehouse- creó la Fundación Amy Winehouse que ayuda a jóvenes con problemas de drogadicción como los que su hija padecía.
Mitch Winehouse además recibe la ayuda en la fundación del exmarido de la artista Blake Fielder-Civil, al que acusó -y después perdonó- por haber inducido a su hija Amy en el peligroso ambiente de los estupefacientes.
Por su parte, su madre Janis Winehouse escribió «Loving Amy: A mother story» (Querer a Amy: La historia de una madre), un libro con contenido inédito en el que Janis comparte su visión de cómo Amy llegó al estrellato, la manera de afrontar sus adicciones y su muerte prematura.
Seis premios Grammy; dos discos de estudio publicados, «Frank» (2003) y «Back to Black» (2006), y uno póstumo, «Lioness: Hidden Treasures» (2011), hacen que Amy Winehouse siga a día de hoy siendo una estrella y referente de la música soul en el mundo.
Con su muerte, el mito de Amy Winehouse se engrandeció y se unió al «Club de los 27», el nombre que recoge a jóvenes estrellas como Kurt Kobain, Jimi Hendrix o Janis Joplin que murieron de manera trágica a la edad de 27 años.