Un sindicato local de agentes fronterizos se retiró de los eventos que encabezará el jueves el precandidato presidencial Donald Trump en la zona fronteriza de Estados Unidos con México para exponer su dura posición hacia la inmigración no autorizada.
Los agentes fronterizos planeaban acompañar a Trump a la frontera y reunirse con él, pero cancelaron después de consultarlo con el sindicato nacional, el Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza, informó Héctor Garza, un dirigente gremial.
La campaña de Trump indicó en un comunicado que el republicano de cualquier forma irá a la frontera en la tarde a pesar del «enorme peligro» y culpó a las autoridades del sindicato de no querer «que las personas sepan qué mal está la frontera, tan mal como lo ha manifestado el señor Trump».
El empresario y protagonista de reality shows prevé una serie de eventos en Laredo, Texas, incluida una conferencia de prensa en la tarde.
Garza indicó que el sindicato decidió cancelar la reunión con Trump «después de sopesar cuidadosamente todos los factores involucrados en este evento y lo comunicó a miembros del Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza». Agregó que los agentes intentaban dar a Trump un panorama «sobre el terreno».
Durante su visita a Laredo, el empresario estará muy cerca de la volátil ciudad mexicana de Nuevo Laredo. Y a pesar de los peligros, legisladores y otros altos funcionarios visitan rutinariamente la zona e instalaciones fronterizas en el puerto más transitado del país.
La visita de Trump causó reacciones en Laredo, ciudad con una importante población hispana.
Pedro Omar Castillo, de 72 años, sugirió que Trump necesita crecer en el voto hispano si quiere ganar en las elecciones de 2016. «Pero no lo logará debido a sus palabras», dijo Castillo en español mientras caminaba por un parque del centro. «Es un racista».
Trump irrumpió en la contienda presidencial diciendo que quienes cruzan la frontera sin autorización son «criminales» y «violadores» y ha acusado al gobierno mexicano de enviar deliberadamente delincuentes a Estados Unidos. Ahora que realiza este viaje, Trump está envuelto en un enfrentamiento con sus rivales republicanos y ha recibido críticas de los dos partidos, lo que le garantiza al empresario la atención de votantes y reporteros.
Sean miembros de peso en el partido como el exgobernador de Florida Jeb Bush o casi debutantes en el escenario nacional como el gobernador de Wisconsin Scott Walker, los rivales de Trump tienen que habérselas con su costumbre de mencionarlos por su nombre, denigrar el establishment partidario y agitar el debate sobre inmigración.
En Washington el miércoles, en respuesta a una pregunta sobre el viaje de Trump, el exgobernador texano Rick Perry dijo: «Espero que sea capaz de encontrar la frontera. Me parece que nunca ha estado allí».
Perry dijo que la campaña de Trump es un «cáncer para el conservadurismo» y definió el «trumpismo» como una «mezcla tóxica de demagogia, mezquindad y absurdo que llevará al Partido Republicano a la perdición si continúa».
El senador republicano Lindsey Graham calificó a Trump de «imbécil». Este a su vez lo trató de «idiota» y divulgó el número de teléfono personal del senador. Bush dijo que su retórica era «fea» y «mezquina».
El enfrentamiento se produce de cara a una elección presidencial en la que el voto hispano cumplirá un papel crucial, sobre todo en estados como Nevada, Colorado y Florida, que pueden inclinarse por uno u otro partido.