Con un casco colocado sobre su ataúd, Jules Bianchi fue recordado el martes como un ganador «humilde» en una carrera en la Fórmula Uno que fue abreviada por un choque fatal.
Bianchi falleció el viernes después de pasar nueve meses en coma, a raíz de las lesiones que sufrió en el accidente en el Gran Premio de Japón del año pasado.
«Era tan natural, tan humilde. La F1 es una profesión complicada, puedes perder el contacto con la realidad. El siempre supo cómo mantenerse humilde, ser agradable con todos, y eso hizo que fuese distinto a los demás», dijo su manager Nicolas Todt, hijo del presidente de la FIA Jean Todt.
Nacido en una familia de automovilistas, Bianchi compitió en 34 carreras en las temporadas de 2013 y 2014, y sumó los primeros puntos del equipo Manor —entonces conocido como Marussia— al terminar noveno en el Gran Premio de Mónaco del año pasado. Bianchi estaba en coma desde el accidente del 5 de octubre, cuando chocó su bólido con una grúa al salirse de la pista mojada.
La familia Bianchi ya perdió otro miembro en un accidente. En 1969, su tío-abuelo Lucien falleció en un choque durante pruebas en la pista Le Mans, cuando chocó su Alfa Romeo contra un poste, un año después de ganar la famosa carrera de resistencia. El abuelo de Bianchi, Mauro, también era piloto.
«El escribió la historia de la F1», dijo el piloto francés Jean-Eric Vergne a las afueras del funeral. «(Bianchi) ha contribuido enormemente, y nos cuidará a todos».
Hubo aplausos cuando la familia cargó el féretro al interior de la Catedral Sainte Reparate, y luego sonaron las campanas de la iglesia.
Bianchi es el primer piloto de la F1 que muere a raíz de un accidente en la pista desde que el brasileño Ayrton Senna falleció en un choque en el Gran Premio de San Marino de 1994.
El piloto venezolano de Fórmula Uno Pastor Maldonado dio muestras de profundo dolor durante las exequias donde también acudió el campeón vigente Lewis Hamilton, Felipe Massa, la leyenda del automovilismo Alain Prost entre otros.