Un mayor acercamiento a una descripción científica tanto del cocuy como del ágave, procuró hacer Henry Pittier, basado en los estudios de William Trilease:
“Cocui: Agave cocui. Trelease. Mem. Nat. Acad. Sc.11:19. 1913. Sinónimos: cocui, cocuiza, dispopo.
“Planta de hojas anchas, carnosas y cortas, con flores amarillas formando un racimo erecto en la cúspide de un asta larga. Crece en acantilados, en sabanas áridas de tierra caliente. De la raíz se prepara un licor fermentado llamado también cocui; machacadas las pencas, se aplican con buen éxito a tumores, provocando su supuración y reducción. Se confunde a menudo el cocui y la cocuiza y hasta parece que desde tiempos de la Colonia se han trocado los nombres.” (Pittier, 1978).
Pocos elementos, sin embargo, introduce Pittier acerca de la taxonomía de esta planta y en su texto, deja a ésta a un lado para referirse a su preparación como licor fermentado de carácter medicinal, silenciando que también, desde hacía muchos años, de esta planta se obtenía un licor destilado de mucho uso en Venezuela y regiones del exterior, pero lo más curioso es que Pittier, quien reconoce al final del texto que cocui y cocuiza no son los mismos, al principio da al término cocuiza como sinónimo de cocui, que no lo es.
Otra de las entradas de su catálogo de plantas usuales de Venezuela, la dedica Pittier al Maguei de cocui, del cual anota:
“Yucca acaulis, H.B.K. Nov. Gen. 81 Sp. 1289. 1815.
“Especie de maguey indígena, las hojas con espinas marginales bífidas y las astas esbeltas y largas. Señalada como abundante en los alrededores de Caracas y Cumaná por Humboldt y Bonplad, pero aparentemente ignorada por los botánicos posteriores. Es posible que sea la misma planta descrita por Trelease bajo el nombre de Agave Cocui y conocida hoy del vulgo como cocui” (Pittier, p. 298)
Ciertamente que Humbolt informa de la abundancia de un ágave que llamó Americana y que dice haber visto comer a los indios orientales, pero que Pittier no supiera, tantos años después, que esta planta abundaba más aun en el centro occidente de Venezuela y que, además, sólo crea en la mera posibilidad de que dicho ágave era el descrito por Trelease en 1913, no parece ser una conclusión aceptable viniendo de un científico cuya fama pondera toda América.
En la edicción de 1945 del Diccionario Abreviado Espasa-Calpa, se dice del ágave lo siguiente:
“(Del griego ágavrí, admirable) f. Bot. género de la familia de las amarilidáceas, tribu de las agaveas; plantas monocárpicas de duración indefinida, con hojas grandes, todas radicales, dispuestas en roseta, carnosas, dentado-espinosas o delgadas, enteras, a veces ciliadas, flores en sépalos y pétalos soldados, constituyendo un tubo embudado, persistente, con seis lóbulos casi iguales; estas flores son ricas en miel y muy olorosas, y están dispuestas en panículas multifloras sobre un escapo alto y erecto; fruto en cápsula trilocular. Comprende este género unas 50 especies originarias de México, 5 de Estados Unidos y toda la América del Sur. Muchas especies dan fibras textiles, que tienen varios nombres en el comercio: pita, tampico, ixtle, maguey, henequén y sisal. Este último lleva el nombre de Agave sisalana, del que se fabrica un hilo excelente que puede rivalizar con el de Manila. Se planta ahora también en África (Tunisia) y en las islas Hawai. De la pulpa se prepara, mediante la fermentación, un jugo alcohólico, que se usa como bebida entre los mexicanos y se llama pulque, o mescal (sic) según la región”