Siempre elevo la bandera entre quienes constantemente participamos de actividades deportivas, sobre la importancia del descanso (bien sea activo o pasivo), el reposo y la recuperación
Para estar bien, lograr objetivos y transformar la composición de nuestro cuerpo bajando niveles de grasa y aumentando el peso muscular manteniendo presente las emociones, sólo entrenar no es el camino, hay que descansar.
Somos seres humanos, y como tales, nos es imposible estar en el tope de nuestras condiciones y aptitud física 24 horas del día, los 365 días del año; entonces aceptemos nuestras bajadas como parte de nuestro ciclo y sáquemos de ellas el mejor provecho.
Un cuerpo cansado , un corazón acelerado en esfuerzos moderados, el pesar al despertar en la mañana o un gran y frecuente desorden alimenticio en tus hábitos normales de comidas, son algunos de los principales indicios donde debes tú mismo acomodar algo que no está en su lugar. Es el momento de escuchar lo que tu cuerpo te pide a gritos, que pares, disminuyas tus entrenamientos o salgas temporalmente de esos trabajos extenuantes de intervalos, fartlet o cambios bruscos de ritmo que tanto beneficios traen llevados con su debido descanso
Adicionalmente ese agotamiento incidirá directamente en tus niveles de gluocosa en la sangre lo que hará más fácil que tu cuerpo “guarde o acumule grasa” en respuesta al desorden que sientes por no poder estabilizar tu tranquilidad deportiva.
Solo me queda agregar una regla de oro que siempre recomiendo: no intentes recuperar en un día lo que descuidastes por años.
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