Con motivo de la entrega al CNE de las cajas con cartas firmadas que el Gobierno logró firmar de parte del pueblo venezolano, ya sea por sincera creencia, amenaza o miedo, para solicitar al Presidente Obama (con P mayúscula, que muchos presidentes no tienen las credenciales para que se les otorgue esa mayúscula), un reportero gráfico madrugó y se hizo de un puesto excelente para tomar algunas gráficas de la entrega de las cajas en referencia, por parte de el Gobierno ante el CNE.
Con prontitud empezó a formarse una cola de gente que llevaba unas cajas de cartón, y llamó la atención al vivaz reportero que un señor que tenía una caja igual a las otras, mantenía su caja cargada, sin ponerla en el piso, en contraste con los demás que sí lo hacían; y de golpe vino un hombre con una igual al lote y la puso encima de la caja que el sujeto descrito mantenía cargada, y el que la mantenía ya cargada no hizo ningún esfuerzo extra o movimiento.
Enseguida el reportero dedujo que las cajas estaban vacías porque dos cajas llenas de cartas en papel normal pesan una enormidad y este señor las sostenía sin ningún esfuerzo. Su rápida deducción fue que las cajas estaban vacías, al igual que debían estarlo todas las de esa cola que alguna coordinación ha debido tener.
Y pensó… Así simularon las 10 millones de firmas, que nunca existieron. Por cierto, Yo nunca vi un sitio público donde se estuviese recogiendo firmas. ¿Será que es que yo circulo por una ciudad, que es Caracas, totalmente opositora?, ¿será por eso que Maduro no se las llevó con él a Panamá? Sin embargo, él ya recibió una respuesta a las supuestas cartas: “No se puede eliminar el supuesto pedido, pues ya se implementó”, dijo un vocero del Gobierno estadounidense. Bueno, a llorar al valle.