Wilfredy José Rivero Durán, fue en su vehículo Zefi, al centro de Barquisimeto junto a su pareja. Ella iba a una peluquería en la carrera 19 con calle 33, por lo que él decidió parar su carro en el estacionamiento de la clínica Acosta Ortíz.
Posteriormente, caminaron al lugar de destino y al rato escucharon a algunas personas que gritaban que un vehículo se incendiaba, decidieron salir a ver lo que pasaba, lo que nunca imaginaron es que se trataba del suyo, signado a las placas 06AB216.
El rostro de Rivero Durán al ver lo ocurrido fue un poema: impotencia, dolor, rabia era lo que expresaba. Se llevó las manos a la cabeza y comenzó a hacer llamadas, mientras veía como el fuego salía por el techo del carro. “Se me está quemando el carro”, decía resignado con quien conversaba por celular.
El fuego y el humo negro se crecían a segundos. El centro de Barquisimeto estaba conmocionado por lo ocurrido, pues el cielo estaba negro y el olor a quemado llegaba a lo lejos. Entre tanto, los curiosos presentes en el sitio llamaron al Servicio de Emergencias Lara 911 para hacer el reporte y mandaran a los bomberos.
Pocos minutos después llegó la comisión de los héroes del silencio, quienes con la alarma encendida maniobraron en medio del tráfico del centro de Barquisimeto y al llegar, iniciaron su labor, apagando el fuego. Unos 10 minutos les llevó en hacerlo.
Tres extintores
José Palacios, uno de los vigilantes del estacionamiento, comentó que vio como el humo empezó a salir del carro, por lo que se acercó y desconectó los bornes, “se comenzó a prender y a apagar solo por eso se los quité”.
Narra que en cuestión de segundos comenzó a salir la candela, momento en que rompió uno de los vidrios laterales de un carro Fiat, de color verde, placas AF211VA, que estaba al lado del incendiado, y logró moverlo “lo que se quería era evitar que también se prendiera en fuego porque estaban muy cerca (…) Después hizo una breve explosión y el fuego se propagó, a dos puestos estaba una camioneta que se empezaba a calentar pero en eso llegaron los bomberos”.
En principio, Palacios buscó tres extintores pertenecientes a la clínica Acosta Ortíz y los usó para intentar apagar la candela.
“Eso va a explotar, aléjense”, gritaban algunas personas a los que estaban más cerca.
La rápida actuación del cuerpo bomberil de Iribarren, no permitió que el fuego llegara hasta la bomba de gasolina, de lo contrario, una desgracia pudo haber ocurrido.
Afortunadamente, nadie resultó herido o lesionado por el fuego.
Los expertos en la materia iniciaron sus labores de investigación, a priori no dieron ningún veredicto, sin embargo, se piensa que un cortocircuito interno fue la causa del incendio.
Algunos especularon que la falla fue en la planta de sonido la cual se quemó por completo, también que pudo ser la parte mecánica por lo narrado por el vigilante del lugar.