El papa Francisco comenzó la primera misa multitudinaria en suelo paraguayo, en el santuario de la Virgen de Caacupé.
Decenas de miles de fieles, incluidos muchos argentinos, llegaron hasta el principal santuario de Paraguay para la eucaristía.
El pontífice oficiará dos misas masivas en Paraguay, el último tramo de una gira por Sudamérica que ya lo llevó a Ecuador y Bolivia.
“Estamos orgullosos del papa, no sólo porque es argentino, sino porque es el primer papa de Latinoamérica”, dijo José Demetrio Barrionuevo, un vendedor de productos farmacéuticos que llegó desde la provincia argentina de Tucumán.
“Estamos orgullosos de que sea un hombre humilde, que prefiere estar con los pobres y no con los ricos”, añadió el hombre que llegó con su esposa y sus cuatro hijos.
Antes
Entre pancartas, cantos y gritos el papa Francisco recibía homenajes este sábado antes de su primera misa multitudinaria en Paraguay, uno de los países más católicos de América Latina, en el santuario de la Virgen de Caacupé, patrona nacional, la última etapa de su viaje a Sudamérica.
Tras visitar Ecuador y Bolivia, llegó a Paraguay, donde el 90% de la población es católica, una visita considerada como la más espiritual de su periplo, marcado por su histórico pedido el jueves para que «el mundo cambie».
Las críticas al actual modelo económico que respeta sólo la lógica de la ganancia, multiplica el número de excluidos y destruye la naturaleza, forman parte del mensaje que el papa argentino llevó a tres de los países más pobres de Sudamérica.
«Hagamos lío por el amigo de los pobres!», decían pancartas de cientos de miles de peregrinos de Paraguay, Argentina y Brasil que hicieron vigilia desde el viernes frente al santuario de Caacupé, a 50 kilómetros de Asunción.
En esta misa donde la Iglesia prevé un millón de personas, se ofrecerán parte de las 500.000 hostias que desde hace dos meses prepararon 15 monjitas de las Carmelitas Descalzas de Paraguay.
Antes de trasladarse a Caacupé, el papa argentino visitó un hospital de niños enfermos de cáncer Acosta Ñu, en San Lorenzo, en las afueras de Asunción, donde improvisó un emotivo mensaje a los padres de los menores.
«Rezo para que la Virgen esté muy cerca de ustedes, para que Jesús le dé la salud a sus hijos y para que ustedes tengan esa fuerza y esa constancia que solamente tienen las mamis y papis», dijo en tono muy familiar.
Luego el Papa subió a un Peugeot 405, modelo 1989, el mismo vehículo que utilizó el papa Juan Pablo II hace 27 años cuando recaló en Paraguay.
El papa oficiará una misa central el domingo en el campo militar de Ñu Guazú, donde la Iglesia estima que asistirán cerca de tres millones de personas.
Honrar a la Milagrosa
A través de la Virgen de Caacupé el papa también quiere homenajear a la mujer paraguaya, que supo defender la Patria, la lengua y la fe «en momentos dramáticos de su historia», según recordó en su primera intervención pública.
«Han llevado el paso más grande, han sabido sacar adelante a sus familias y a su país», expresó en referencia a la Guerra de la Triple Alianza que enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay entre 1864 y 1870 y diezmó la población paraguaya.
«La mujer paraguaya, la más gloriosa de todas», reiteró durante el encuentro en el jardín del Palacio de López, sede de la presidencia.
La Iglesia espera a al menos un millón personas en Caacupé.
En su primeras palabras pronunciadas en tierra guaraní Francisco recordó a los «queridos amigos» de la parroquia dedicada a esa Virgen en Buenos Aires, la mayoría inmigrantes paraguayos que residen en el barrio Villa 21, uno de los más pobres de la capital argentina, con quienes tejió una relación cercana cuando era un simple arzobispo.