Un estadounidense y tres españoles resultaron heridos por asta de toro y otras cinco personas sufrieron lesiones leves este sábado en el quinto encierro de las tradicionales fiestas de San Fermín en Pamplona, en el norte de España, anunciaron los organizadores.
A primera hora de la mañana, como todos los días desde el 7 de julio, seis reses de media tonelada, en esta ocasión de la ganadería de José Escolar Gil, salieron en estampida por las calles de la ciudad precedidos por los mozos para recorrer en dos minutos y 20 segundos los 846,6 metros que separan los corrales de la plaza de toros.
La carrera del sábado se vio sin embargo marcada por un hecho poco común: al principio del recorrido, el último de los toros de lidia dio media vuelta y, dubitativo, regresó al corral.
Más adelante durante el recorrido, se vivieron momentos de tensión cuando un astado rezagado de la manada arremetió contra un grupo de corredores. Un toro aislado resulta más peligroso porque puede rápidamente sentirse desorientado y volverse agresivo.
Un estadounidense de 20 años fue corneado en un glúteo y tres españoles, de edades entre los 34 y los 47 años, recibieron heridas por asta de toro en las piernas, informó el ayuntamiento de Pamplona.
Es el peor balance en un solo día en lo que va de fiesta este año: dos estadounidenseS y un británico habían sido corneados en el primer encierro el martes y un australiano lo fue el miércoles. Todos salieron ya del hospital.
Los otros cinco heridos sufrieron traumatismos y contusiones sin gravedad por las caídas y empujones entre los mozos.
Quince personas han muerto en los encierros de San Fermín desde que empezaron a mantenerse registros en 1911. El último de ellos, en 2009, fue un español de 27 años corneado en el cuello, el corazón y los pulmones.
El año pasado, alrededor de 17.000 personas participaron en este festival taurino de ocho días, más de la mitad (56%) procedentes del extranjero, según el ayuntamiento de Pamplona.
Para esta edición estiman que unas 300.000 personas participen en estas fiestas -que incluye conciertos, procesiones religiosas, espectáculos pirotécnicos y mucho alcohol- inmortalizadas por el escritor estadounidense Ernest Hemingway en su novela «Fiesta», publicada en 1926, que las hizo famosas en todo el mundo.