“No importa cuánto sepas, lo realmente importante es que pongas en práctica tus conocimientos y lo hagas con probidad y con la voluntad de hacer las cosas bien hechas para que los resultados sean positivos para tu familia, tu patria y… para ti”.
Somos parte de una tierra privilegiada por la magnificencia del Todopoderoso que llamamos Dios. Los ciudadanos venezolanos ancestralmente hemos sido solidarios y bondadosos entre nosotros mismos y con todo aquel que quiso echar raíces en esta, la nación que parió a los Libertadores del mundo; a científicos con prestigio y reconocimiento internacional; a emprendedores que comenzaron prácticamente de la nada pero que supieron utilizar la sabiduría propia y conquistaron puestos destacados en la sociedad, como resultado de su esfuerzo, trabajo, tesón y perseverancia.
Nuestros ancestros fueron los constructores de un país que fue ejemplo de desarrollo, de seguridad jurídica y personal; de calidad de vida y de oportunidades para asegurar un futuro próspero.
La tierra larense caracterizada por sectores semiáridos en gran parte, que tiene montañas y ríos con un clima que podría determinarse como de la eterna primavera, dio cobijo a sus habitantes que se formaron con el rigor y el temple alcanzado por su inmenso espíritu trabajador, prueba de ello es que el Producto Interno Bruto del estado, en un 85%, proviene de la producción agropecuaria. Somos líderes en producción de piñas, cocuy, café, hortalizas, melón, sisal, ganadería de leche, ovina y caprina. Somos referencia en comercialización de alimentos, en cooperativismo y en educación superior.
A la par de la ciudad de Valencia fuimos pioneros en la creación de zonas industriales; en la construcción de aeropuertos internacionales; en tener una red ferroviaria que hacía que Barquisimeto fuese lo que los estudiosos denominan puerto seco.
Somos alegres, con una idiosincrasia propia donde se destacan la música, los bailes, las tradiciones y costumbres. Somos una región bendita por la Madre de Dios en la advocación de la Divina Pastora.
La calidez del sol de las mañanas acompañadas por los conciertos entonados por la diversidad de pajaritos nos insta al estudio y al trabajo; el crepúsculo que difumina los más bellos colores nos llaman al descanso en la frescura de la noche.
El optimismo debe provenir de nuestra capacidad de hacer realidad nuestros sueños, a sabiendas de que generalmente, no es fácil lograrlo. La dignidad del larense se ha demostrado con anterioridad; cuando superamos el dicho de que éramos un pueblo de pulperos y fuimos calificados como la capital del desarrollo.
La sobriedad y laboriosidad son características intrínsecas del larense, el gobierno nacional y los organismos a quienes compete deben cumplir con los deberes impuestos por la Constitución Nacional, las leyes y sus reglamentos; en Tratados Internacionales suscritos por la nación; construyendo, ampliando y/o dando mantenimiento a las infraestructuras necesarias para el desarrollo económico y social del país; debe ser el guardián del equilibrio entre los diferentes sectores productivos y garantizar el retorno de la inversión y la correcta, digna y suficiente remuneración al trabajo, para que los ciudadanos, en general, podamos cumplir con nuestros deberes y retomar el objetivo de hacer de Venezuela un país atractivo y seguro para las inversiones, al trabajo creador que conlleve a la optimización de la calidad de vida de los venezolanos.