Así de sencillo, Venezuela no está en nada. La presidente Dilma Rousseff está en Washington con una agenda cargada de futuros convenios con los Estados Unidos. El Rey de España Felipe VI llegó a México con empresarios para realizar negocios entre los dos países. Santos regresó de España con la alforja cargada de futuras inversiones. Son incontables los negocios en vías de ejecución entre Cuba y Estados Unidos.
A Chile le han quedado millones de dólares como sede del futbol latinoamericano. Paraguay, Bolivia y Ecuador con la visita del Papa Francisco en los próximos días están con los aviones y hoteles llenos de reservas de los turistas de los países vecinos para ver de cerca al Pontífice. La República Dominicana y Panamá tienen ingresos millonarios en materia de turismo por la cordialidad que ofrecen esos países. Haití tiene más inversiones que Venezuela.
En una palabra, mientras con Colombia, el riesgo es que te quieras quedar; Brasil te invita a disfrutarlo; Dominicana lo tiene todo; Ecuador y Bolivia te invitan a visitarlos; y Curazao, Aruba y Bonaire exhiben imágenes sorprendentes de belleza, lo que se sabe de Venezuela es espeluznante: un gobierno que no respeta los derechos humanos, Caracas una de las ciudades más violentas del mundo, escasez de jabón y papel sanitario en los hoteles. Desabastecimiento, delincuencia, corrupción administrativa, presos políticos, una prensa silenciada, la industria y el comercio en el suelo, militarismo. Definitivamente no estamos en nada.
De tener una de las mejores líneas aéreas del mundo, Viasa, de ser el país con un 55% de la población menor de 25 años, una capital con uno de los Metro mejores del mundo, país de nieves perpetuas, llanos bellísimos, con el lago más grande de la América del sur en Maracaibo, la cercanía de la Amazonia, playas y mujeres hermosas, pasamos a ser un país lleno de problemas.
Nos quebraron el país. Venezuela es la vidriera de lo que ningún país latinoamericano debe reproducir. El llamado socialismo del siglo XXI es la primera gran mentira de inicios de esta centuria. Todo está esperanzado en que en diciembre comience la cuenta regresiva para sacar a estos barbaros del poder. “Es pa fuera que van” dicen ya en los barrios. A Maduro y su gente los llaman los demoledores, los come solos, ellos y sus familias están millonarios por las comisiones que han recibido de la venta del petróleo los negocios mal hechos, como la compra de armas. Maduro, por su propia ignorancia no acaba de entender el mal que él y Chávez le causaron a Venezuela. Sigue en la televisión con su oratoria vulgar, con sus frases que suscitan desprecio. La historia lo registrará como el hombre que nunca supo que era Presidente de Venezuela.
Ya se están vendiendo las entradas para ver el espectáculo que nos espera cuando pierdan el poder. Corriendo a los aeropuertos, pasar la frontera disfrazados, escondidos en el interior, pero en las ciudades habrá derroche de alegría. “No hay mal que dure cien años”.