No estarían completos mis comentarios sobre el matrimonio, si no me refiriera al matrimonio eclesiástico.
Recordemos que estas notas comenzaron con ocasión de la sentencia de la Sala Constitucional sobre las causales de divorcio, ahora ampliadas a cualquier causa. Un mínimo detalle que moleste a uno de los cónyuges puede ser causal de divorcio, abriendo así una ancha vía al divorcio convenido, que será la forma más frecuente de disolución matrimonial y que probablemente predomine entre nosotros, sin reparar al grave daño que esto causará a la familia venezolana. Luego en las siguientes notas hicimos referencia al matrimonio civil y hoy abordaremos brevemente el matrimonio eclesiástico.
Como señalé, el matrimonio civil es, desde el punto de vista legal, el único matrimonio que produce efectos en Venezuela. El matrimonio eclesiástico, de cualquier religión, no produce efectos legales. No obstante, al ser la religión católica, por ejemplo, la fe de la gran mayoría de la población venezolana y por contraer matrimonio católico una parte importante de nuestra población y por haber sido, históricamente, el único matrimonio existente en el país hasta las reformas legales producidas en el siglo XIX, deben tenerse claras las características y obligaciones generadas por las nupcias eclesiásticas católicas. Casi todas las normas legales sobre el matrimonio civil, tienen su fundamento en la legislación canónica, otra razón adicional para darle importancia al matrimonio eclesiástico católico.
De acuerdo a la fe católica, el matrimonio es un Sacramento. El Sacramento es un signo sensible, visible, tangible que nos indica la presencia de Dios y de su gracia en un acto determinado. El pan en la Eucaristía, el agua en el bautismo, el aceite en la confirmación, en la ordenación sacerdotal y en la unción de los enfermos, el sacerdote en la confesión y los esposos ante un testigo calificado, en el caso del matrimonio. La unión entre un hombre y una mujer, además de sercontrato, ha sido elevada entre bautizados, a la dignidad de Sacramento por Jesucristo.Representa y recuerda la alianza nupcial entre Cristo y la Iglesia dice san Pablo y el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda la exhortacióndel apóstol: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla.” (Ef. 5, 25-26). Y dice el Catecismo que san Pablo agregó: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.” Por su parte, el evangelista san Mateo nos recuerda la indisolubilidad del matrimonio, con la sentencia de Jesucristo: “Lo que Dios unió, no lo separe el hombre.” (Mt. 19, 6). Esta es la fe que profesamos los católicos, sin duda difícil de llevar a cabo en estos tiempos, pero posible con la ayuda divina. Qué triste que nuestro máximo tribunal no haya tenido en cuenta estos valores y principios, que son los que justamente se necesitan para fortalecer la familia y con ella la sociedad entera.