Vanessa Senior en Farmatodo

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Por muchas vías me llegó el video de Vanessa Senior protestando en Farmatodo por no poder comprar cuatro tubos de pasta de dientes en vez de dos.

Todas las veces que me llegó, las personas la apoyaban con comentarios de “así se habla”, “¡qué bien dicho!”, “hacen falta más personas así”, “necesitamos más de esta actitud y no la pasividad que muchos está demostrando”…

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Me siento identificada con el fondo de la protesta de Vanessa. Me siento identificada con su rabia. Es increíble que en un país petrolero hayamos llegado a estos niveles de racionamiento y escasez y que bajemos la cabeza y lo aceptemos como algo normal. Como ella, creo que hay que quejarse. Aceptar como normal lo que no es normal es una manera de adaptarse al caos. De resignarse. La desesperanza aprendida es lo peor que puede pasarle a un pueblo, porque termina aceptando todo. Y cuando digo “todo”, significa “todo”.

Con lo que no puedo sentirme identificada es con la forma de la protesta de Vanessa y menos hacia quienes la dirigió. Ella literalmente apabulló a la cajera y a la encargada del Farmatodo donde estaba, quienes por cierto dieron una muestra de autocontrol y educación dignas de alabar. ¿Acaso son ellas las culpables de la situación? ¡Son empleadas que dignamente ejercían sus funciones! Es muy fácil decir que “todos debemos protestar” sin ponerse en los zapatos del otro. Quienes dependen de sus sueldos para vivir tienen muy poco margen de queja. Dejar un hogar sin un sueldo es cosa de meditarla más de dos veces. ¿Que es una perversidad del gobierno? ¡Ciertamente lo es! Pero no creo justo acosar a unas empleadas para manifestar la ira y la desazón que produce una situación de la que ellas también son víctimas (y quizás hasta se sintieron identificadas con la queja).

Protestar no es solamente armar un escándalo en una tienda y decir todas las groserías que a uno se le pasen por la cabeza. Protestar puede ser, por ejemplo, convencer a algún indeciso de ir a votar. Llevar a votar a unos ancianos que desean hacerlo, pero que no tienen cómo movilizarse. Aprovechar las colas para hacer proselitismo político.

Esa rabia que sientes, Vanessa, te aseguro que la sentimos todos. Redirecciónala hacia los causantes. Si se volvió viral tu protesta en Farmatodo, imagínate el éxito si la haces en Miraflores…

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