La crisis nacional ha avanzado a tales extremos, que los niveles de credibilidad en todos los ámbitos de la vida nacional se han venido abajo. Los números son muy claros. Las organizaciones partidistas están disminuidas, no gozan de los afectos de otros tiempos. La militancia es minúscula en comparación al espectro global de la sociedad en su conjunto. Ningún partido político tiene la capacidad de movilización y apoyo como para afrontar la crisis en solitario o gobernar por su propia cuenta. Es la consecuencia de un país fragmentado. Anárquico. El control social se le ha escapado de las manos al estado. Ya no tienen la plata para continuar la borrachera. Solo les queda el miedo a través de la persuasión militar, como estrategia de contención ante eventualidades explosivas…
Es así, como entender la coyuntura de la transición implica establecer mecanismos de participación y corresponsabilidad ciudadana en lo individual, como complemento necesario tendente a fortalecer la participación masiva del próximo 6D. Ejercer y focalizar el liderazgo abajo, en las entrañas de los padecimientos sociales, representa la luz al final del túnel de este duro aprendizaje que nos ha tocado heredar. Estimular el voto y la participación en caliente, allí donde la crisis se vive y se padece con el rigor de las carencias y las injusticias derivadas de un modelo político excluyente, representa el mecanismo de organización obligante con miras a un evento electoral que si bien es cierto no es apocalíptico, a nuestro entender, despeja la ruta para transitar el largo camino de la reinstitucionalización.
En nuestra entrega anterior hablábamos de la necesidad de estimular el liderazgo opositor más allá de los partidos políticos y de los políticos de oficio propiamente dichos. En este caso, de los candidatos como obligantes circunstancias del momento. En modo alguno pretendemos conspirar contra la esencia de la democracia, en el entendido de que son las organizaciones partidistas las bisagras comunicantes entre el clamor popular y la capacidad de respuesta del Estado. De lo que se trata es de complementar la fuerza de participación a través de los generadores naturales de la motivación: los ciudadanos. A fin de cuentas son ellos quienes sufren y padecen en carne propia los rigores de esta tragedia.
Insistimos en hacer de la crisis, el instrumento de la participación masiva. Estimular el voto cara a cara. En el día a día del padecimiento. Mirar el horizonte desde las colas para entender que nunca fuimos así. Teníamos de todo y nos lo quitaron para obligarnos a vivir humillados. Cada uno de nosotros debe asumir su propio liderazgo en su entorno natural. Hablar del voto popular en todas partes, en las propias entrañas la crisis. Sin miedo. Con la dignidad de un pueblo que se resiste a vivir pisoteado…
Mis comentarios:
.- Vientos de cambio soplan en las propias entrañas del partido de gobierno…
.- Los 3 millones y pico de votos en sus internas, son puro cuento. Este es un gobierno embustero y manipulador…
.- Si el descontento general se hace presente en los centros de votación, no podrán hacer nada al respecto.
.- Es allí donde el liderazgo ciudadano se hace presente en la cola. En la buseta. En la mentira de un régimen que perdió el afecto popular…
…La justicia protege los pasos del hombre recto, la malicia causa la ruina del pecador… (Proverbios 13:6)