Francisco aterrizará el domingo en el continente con el mayor número de católicos con una imagen muy diferente a su antecesor. El primer Papa latinoamericano llega después de varios gestos cargados de simbolismo que para muchos han revitalizado el catolicismo en la región.
De formación jesuita, Francisco ha colocado a los pobres y los jóvenes en el centro de su discurso.
«Hoy a los fieles, los sacerdotes y los obispos están agitados y movidos por el pontificado de Francisco. Ahora tenemos más gente en las iglesias, más gente que se confiesa, que peregrina», dijo en entrevista con The Associated Press el vicepresidente encargado de la Comisión para América Latina del Vaticano, Guzmán Carriquiry.
Para la Iglesia, el carisma de Francisco ha entusiasmado al clero y a los fieles gracias a una aprobación que roza entre el 70 y el 80%, según el instituto Pew con sede en Washington. Sin embargo algunas voces consideran que estas cifras son insuficientes para frenar la salida de fieles que se hacen evangélicos desde hace cuatro décadas.
«Aún es pronto para saber si existe un `efecto Francisco» que revierta el éxodo de fieles, opinó Andrew Chesnut, Director de Estudios Católicos en la Virginia Commonwealth University.
Según el profesor las encuestas de que se disponen son muy cercanas al mes de marzo de 2013, cuando asumió como pontífice, por lo que no permiten apreciar un cambio de tendencia.
Pero la llegada del Santo Padre, que en septiembre cumplirá 79 años, ha cambiado el mensaje hacia el continente, que ahora privilegia a los jóvenes y los desfavorecidos. «La elección misma de estos tres países (Ecuador, Bolivia y Paraguay) para su primera visita oficial a América Latina responde a su interés por privilegiar la periferia», dijo Carriquiry a AP. «Son países que han puesto en marcha procesos profundos de transformación que el Papa quiere conocer», expresó.
A su visita se suman gestos tan simbólicos como la beatificación en mayo de Monseñor Oscar Romero, asesinado por paramilitares en 1980 durante la guerra civil de El Salvador, y aprobada durante la gestión de Francisco. El Papa reconoció de esta forma un culto que ya se profesaba de forma oficiosa.
Mucho antes de que El Vaticano dijera que Romero fue asesinado por `odio a la fe’, las camisetas con su rostro ya se vendían en los mercados populares de Centroamérica y las homilías del obispo salvadoreño pasaban de mano en mano. Su rostro estaba colgado tanto en las parroquias más humildes de Centroamérica como en universidades de Europa o Estados Unidos.
Desde la llegada de Francisco a la silla de Pedro, instituciones como el Opus Dei o Los legionarios de Cristo, fundada por el mexicano Marcial Maciel, han perdido fuerza y han ganado visibilidad movimientos de Iglesias de base.
«El papa nos ha reconciliado con los pobres y nos acerca más a ellos con su mensaje. Gente que no creía en los curas o en la iglesia está volviendo a llenar las iglesias. Somos mejor vistos en las comunidades gracias al impulso de Francisco» explica a Associated Press el padre Denis López, sacerdote en una sencilla iglesia de Verapaz que trabaja con indígenas de Guatemala.
Junto a estos gestos, el Papa ha desplegado una nueva forma de conectar con la gente «combinando los métodos de los pentecostales y un discurso propio de la Teología de la liberación» que lo convierten en algo «genial», sostiene el profesor de Estudios Católicos Chesnut, quien pone como ejemplo sus masivas homilías en Río de Janeiro durante la Jornada de la Juventud de 2013 cuando pidió a los obispos un cambio de actitud ante los fieles.
Señaló que los obispos deben «conducir, que no es lo mismo que mandonear». Les pidió «austeridad» y que no tengan «ambición ni psicología de príncipes».
Expresó en forma contundente que el lugar del obispo para estar con su pueblo es triple: «O adelante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y neutralizar los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado, pero también, y fundamentalmente, porque el rebaño mismo también tiene su propio olfato para encontrar nuevos caminos».
Unos 614 millones de católicos, casi la mitad de los fieles en todo el mundo, vive en América. El 69% de la población de la región se considera católico. Sin embargo los jóvenes, una de las preocupaciones de Francisco, que ingresan al seminario para convertirse en sacerdotes, disminuyeron un 7% en América, sobre todo en países como Colombia, Chile y Perú, según el Anuario Pontificio publicado por El Vaticano y que incluye estadísticas recogidas entre 2011 y 2013. Según Chesnut, la cifra de jóvenes que no se consideran religiosos se elevó también hasta el 8% (En Europa está entre el 20 y el 30%).
En paralelo con el nuevo discurso de Francisco, el Papa argentino ha utilizado su influencia para ganar en presencia política en el continente «Francisco es Pastor de la Iglesia, no diplomático, pero con su carisma se ha convertido en uno de los grandes líderes mundiales», afirmó Carriquiry.
Tanto Barack Obama como Raúl Castro reconocieron el trabajo y la «implicación personal» del Papa para lograr el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.
La Iglesia ha confirmado que seguirá involucrada en el proceso y en septiembre Francisco viajará a Cuba y EEUU. También al presidente colombiano Juan Manuel Santos le prometió que visitará en 2017 para respaldar el proceso de paz que sigue con la guerrilla de las FARC.
Sólo el venezolano, Nicolás Maduro, anuló a última hora su segunda visita a El Vaticano cuando se especulaba que el Papa iba a pedirle la libertad de los políticos presos. Precisamente en Venezuela es donde Francisco cosecha su principal fracaso diplomático. Sus gestiones no han conseguido acercar al gobierno y la oposición a pesar de que la Iglesia era parte de los mediadores de la mesa de Unidad creada para intentar rebajar la tensión social.