Diariamente, desde las cuatro de la madrugada, médicos, enfermeras, asistentes, camilleros, obreros, entre otros trabajadores, llegan a las instalaciones del Hospital Central Antonio Maria Pineda (HCAMP). Pero además, en este centro asistencial las consultas y la emergencia se abarrota de pacientes por tratarse de un hospital referencial en Venezuela.
Como ya se ha hecho costumbre en estas aglomeraciones de personas, aparecen los comerciantes informales quienes ofrecen diversos productos que van desde lo comestible hasta artículos de higiene personal, insumos médicos, materiales de oficina y útiles escolares.
Con el transcurrir del tiempo, este grupo de vendedores por cuenta propia se ha ido incrementando y al mismo tiempo se ha organizando por rubros con la intención de no anarquizar estos espacios destinados a la prestación de servicios de salud y asistencia social. Es así que para distinguirse un comerciante de otro están identificados por los colores de sus camisas. El naranja corresponde a los cafeceros, el amarillo a los areperos y el azul a quienes venden almuerzos.
Asimismo, enfocados en esta organización también dispusieron de horarios adecuados para la venta de sus mercancías, con la finalidad de brindar sus servicios de manera oportuna a los clientes, quienes acuden a ellos para satisfacer sus requerimientos.
Problemática que los afecta
La mayoría de los comerciantes que hacen vida dentro del HCAMP ocupan espacios muy reducidos, los cuales, al parecer, resultan muy incómodos porque están expuestos al inclemente sol o a las torrenciales lluvias.
Morela Pérez (40), quien ofrece sus almuerzos en este centro asistencial desde hace más de seis años, comentó que recientemente el gobernador del estado Lara, Henri Falcón, durante una de sus visitas al hospital, les ofreció construir unos cubículos para que los vendedores pudieran llevar a cabo sus labores en espacios dignos. Sin embargo, este promesa aún no ha sido cumplida.
En este sentido, Pérez en representación de los comerciantes, exhortó al Gobernador para que concrete su propuesta.
“Le pedimos humildemente a Henri Falcón que nos ayude para que podamos seguir trabajando por muchos años más en este lugar que se ha convertido en nuestro segundo hogar.
Queremos disponer, en caso de ser posible, de unas casetas similares a las que colocaron en días pasados en la salida de Barquisimeto, son hermosas y se puede trabajar en ellas cómodamente. Ojalá nos las puedan otorgar”, dijo.
