Cuando concluye cada semana en Venezuela, el clamor de los y las jefes de familia está dirigido a pensar que la próxima será mejor en cuanto a la adquisición de los artículos de la cesta básica.
Sin embargo, el lunes tenemos que llegar a la conclusión de que nada cambió, que mujeres y hombres deben armarse de paciencia para, luego de horas en una fila, la mayoría de las veces bajo el Sol, y hasta de la lluvia, para conseguir, papel toalet, pañales desechables, leche en polvo, aceite, jabón de bañ valeo y para lavar, café, margarina, fórmulas maternizadas, toallas sanitarias, shampoo, afeitadoras, mayonesa, mostaza, avena, lentejas, sardinas, atún y pare de contar.
Pero el lunes también es día de constatar la realidad del venezolano si trata de conseguir que los distribuidores le suministren el gas necesario para preparar los alimentos.
Desde distintos organismos oficiales se han anunciado todo tipo de métodos para evitar las colas, como capta huellas, las compras de productos regulados en base al número de la cédula del interesado o el control de los llamados “bachaqueros”, pero ninguno ha funcionado.
Al comenzar la semana, las personas cuyo número de cédula termina en 0 o 1 madrugan para ser los primeros en la cola para ingresar al supermercado, pero de nada vale llegar a las cuatro porque al hacerlo se encuentran conque ya otros le cayeron adelante.
Además, el hecho de madrugar no garantiza que se va a conseguir lo que se necesita pues, aparentemente, los lunes no son días de abastecimiento para los expendios de artículos de la cesta básicas, o sea que muchas veces, para no perder la madrugada, se conforman con comprar cualquier cosa y resignarse a caer en las garras de los bachaqueros que parecen tener cédulas con todos los números de la semana y por lo tanto la ventaja de poder pasar por caja desde el lunes hasta el sábado.
¿Y cuando dejaremos de hacer cola para poder comer?, es la pregunta que a diario se hacen muchos venezolanos sin encontrar respuesta.