Los templos son espacios para el recogimiento y la oración. En estas infraestructuras bulle constantemente la fe, sobre todo en estos tiempos tan convulsos.
Uno de nuestro principales santuarios, por su data, arquitectura, valor turístico y patrimonial, es la Iglesia San Francisco de Asís, situada en el Casco Histórico. Se deterioró tras los terremotos de 1865 y 1950. Luego del movimiento telúrico de El Tocuyo solo quedaron la torre del campanario y el reloj de la capilla, el cual no funciona.
Durante siglos, las campanas de la iglesia han servido para convocar, celebrar, recordar y conmemorar un acto en específico. En otras ciudades del mundo, la costumbre permanece.
Lamentablemente, poco o nada queda de ello en la entidad. Esta edificación, conocida como la primera Catedral de la ciudad, adolece de serias deficiencias, al igual que otros templos barquisimetanos. El paso del tiempo ha desgastado paredes, techos y pisos.
En 2013, EL IMPULSO registró que las viejas campanas del templo no sonaban. A la fecha, la situación no ha variado. La desidia sigue latente. Se conoció que el reloj se deterioró luego de que el párroco de la iglesia ordenara detenerlo. Al parecer, el repique generaba un ruido excesivo. Otra versión supone que primero se dañó la máquina del reloj y por ende las campanas no repicaron más.
El campanario aguarda por la acción gubernamental y consideración de la feligresía. Barquisimeto añora el sonido metálico de los dobles de las campanas, que son patrimonio de la ciudad. Documentos en este rotativo reflejan que el templo fue construido con pilastras de columnas cilíndricas, de orden toscano y concreto martillado. Entre las obras se encuentra un cuadro de ánimas de un pintor establecido en Roma. Igualmente, la iglesia tiene una imagen de Jesús Nazareno, donado por Flavio Campos Yépez. Posee el templo de San Francisco de Asís una Santísima Trinidad que se encuentra en el sitio donde anteriormente se ubicaba el bautisterio. Su recuperación es impostergable.