Con relación al tema, juzgo que lo primero que habría que destacar es que el cooperativismo en nuestra entidad federal ha sabido labrar su propia historia. Cuestión nada fácil, si se asocia con una noción que poco a poco va siendo asimilada por el sentido común, en tanto cada vez es más usual su uso: la sustentabilidad. En sentido estricto, asociada a la sustentabilidad económica y financiera de las organizaciones, en general, públicas, privadas o del tercer sector. O en sentido amplio, asociada con lo que denominamos un nuevo paradigma: el Desarrollo Humano Sustentable.
Al respecto, muy elocuentes las palabras de la rectora de la Universidad Politécnica Territorial Andrés Eloy Blanco, profesora Michely Vivas, institución que junto con la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, auspició el reconocimiento. Señaló: “Desde luego que no se trata de un trabajo más, se trata más bien de un modelo de desarrollo social que pone el acento y la esencia en lo humano, sin duda alguna se aproximan a un modelo de desarrollo humano no tanto como parámetros de los formatos oficiales de la Unesco, sino tejido en el territorio larense, hombres y mujeres con profundo arraigo geográfico y cultural que les ha permitido la constancia y la sostenibilidad en un modelo rentístico que pretendió arropar cuanta iniciativa social tenía lugar, y es precisamente este aspecto el que explica que este movimiento alcance más de medio siglo de existencia, pues no se apegó al modelo de trabajo de la burocracia petrolera”. A lo cual agregó:
“Son ellos el mejor modelo de socialización y constituyen sin duda parte de las soluciones para el desarrollo regional integral. De modo pues que en los nombres de José Alejandro de Jesús Cambero Véliz, Candelario Suárez y Francisco Colmenares, se reúne una historia y un cruce de generaciones bajos los principios de la solidaridad, la cooperación y del trabajo como la única fuente de bienestar.”
Los amigos Nelson Fréitez y Carlos Jiménez Lizarzado, fueron los encargados de coordinar el equipo de trabajo que hizo realidad esta importante iniciativa. El primero de ellos, igualmente expresó: “Ojalá que este acto pueda servir para que el movimiento cooperativo de Lara sienta el profundo respeto y admiración que su esfuerzo y trayectoria le ha merecido entre las comunidades universitarias. Para que sus puertas sigan abiertas a nuestros estudiantes y docentes y que la cooperación que hoy mantenemos se pueda expandir para la formación, investigación y difusión entre nuestras instituciones y desde éstas para toda nuestra sociedad.” Un movimiento ya arraigado en confines vecinos.
Palabras que compartimos plenamente. En la práctica, el Programa de Formación en la Licenciatura en Desarrollo Humano viene realizando estudios que muestran y corroboran cada vez más, la hipótesis que ya habíamos formulado: el cooperativismo larense es una experiencia válida en materia de Gestión del Desarrollo Humano Integral. Una investigación en coautoría con Katerine Giménez, aporta conclusiones interesantes al debate.
La sencillez, la sobriedad, la calidez y la alegría que reinó en el ambiente, y el júbilo de la gran familia cooperativa y sus allegados, quienes desbordaron el Auditorio Ambrosio Oropeza, la galería y sus alrededores, fueron expresión de una decisión acertada, a objeto de “Tender puentes para el fortalecimiento institucional”, con miras al desarrollo regional y nacional.