A 80 años de su muerte, la mítica figura del cantor de tangos Carlos Gardel se pone al desnudo a través de más un centenar de objetos y documentos relacionados con su vida y su carrera que nunca antes se habían exhibido públicamente.
La muestra integra el programa de homenajes que Argentina le dedicaba el miércoles al «Morocho del Abasto», y que incluye recitales, conferencias y la proyección de documentales. El considerado mejor cantante de tangos de la historia falleció a los 44 años en un accidente aéreo en la ciudad colombiana de Medellín, en el apogeo de su carrera, y tras ello se convirtió en uno de los mayores mitos argentinos.
La corbata que Gardel lucía para asegurarse la buena suerte, el sombrero «Fungi» con el que tantas veces se fotografió, sus contratos profesionales, el smoking que compró en Barcelona durante una gira y la libreta negra en la que anotaba de puño y letra los lugares donde actuaba son algunas de las más queridas pertenencias del cantante que se exhiben en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires hasta el 26 de julio.
La exposición fue organizada por la Fundación Industrias Culturales Argentinas con el apoyo del Ministerio de Cultura y el material exhibido integra los 4.700 objetos relacionados con el cantor que, desde 2008, compró esa organización sin fines de lucro a familiares de grandes coleccionistas privados ya fallecidos.
«La idea es que el público en general pueda ver material inédito, una breve síntesis de su vida y lo importante que fue el tango para él a nivel nacional e internacional. Gardel decía que hacía lo que hacía por la gente», dijo a The Associated Press Walter Santoro, director ejecutivo de la fundación.
La muestra abarca diversos aspectos de la vida del pequeño Carlos y de su madre, la emigrante francesa Marie Berthe Gardes; el paulatino crecimiento del cantor criollo y su transformación en el famoso creador del tango-canción venerado en Francia, España y toda América Latina; la incursión en el mundo del cine en Estados Unidos y sus mayores pasiones: las carreras de caballos, las salidas con amigos y la vestimenta y otros elementos de su cuidado aspecto, que dieron pie a frases como «cualquier cacatúa sueña con la pinta de Carlos Gardel».
De esos momentos están los primeros binoculares del artista, el cronógrafo de oro con el que calculaba la velocidad de sus caballos en las carreras del hipódromo, su guitarra, su primer disco de tango, el cual contenía el tema «Mi noche triste», y los retratos más emblemáticos que le hizo el fotógrafo uruguayo José María Silva.
En la muestra se proyecta además una filmación que no se ha visto desde 1935, obtenida en Colombia, en la que se lo ve a su llegada a Bogotá y su despedida de esa ciudad en el marco de su última gira. Diez días después murió en el aeropuerto de Medellín, tras estrellarse el avión trimotor en el que viajaba con otro estacionado en la pista.
Algunos de los objetos rescatados ese 24 de junio de 1935 son una carta del letrista de tangos Alfredo Le Pera y una partitura del tango «Mi Buenos Aires querido» que Gardel llevaba doblados en el bolsillo de su chaqueta.
Como dato curioso, se exhibe además una fotografía tomada dentro del avión en el cual se trasladaba el cantante en la que se puede observar la imagen algo más difuminada de un hombre en camiseta sentado donde estaría la maquinaria de la aeronave. «Es un fantasma. La familia del fotógrafo que la hizo nos contactó hace dos años para dárnosla», afirmó Santoro.
La trascendencia de Gardel será abordada además en una conferencia en la que participarán distintos expertos del tango y su figura será recordada en el Museo Casa Gardel, el cementerio de La Chacarita de Buenos Aires donde está enterrado y en documentales para la televisión.