Despertar, y activar nuestro “archivo mental”, es motivo más que suficiente de agradecimiento a Dios, para continuar con el plan encomendado para esta vida, porque horas antes estábamos a merced de su misericordia. Pues bien, estamos en el deber de vivir desde esa otra oportunidad, con plenitud de derechos y de acuerdo a nuestras capacidades, sobre la base de su voluntad.
Evitemos por sobre todas las cosas darle la bienvenida al nuevo día envuelto en tristeza. Sin lugar a dudas nos abrigaría un día oscuro y en soledad, donde sólo impera la perversidad las malas intenciones. Es tan poderoso que nubla el ambiente y entorno hogareño, impregnándonos de temor hacia todo cuanto ruido exista. No hay espacio para la generosidad, ni propia ni ajena. El silencio como nuestro único acompañante. La depresión conspira con la ausencia de la alegría.
No hay tiempo que perder. Es oportuno decidir el camino: Reconocer que existe un Dios vivo que permanentemente mira nuestras acciones, y que está presto a cualquier ayuda, por difícil que sea, o sumirse en la desesperación, hasta terminar con la existencia.
Necesario es entender la vida para vivir con responsabilidad y morir con dignidad. Aún cuando la higuera crezca, no perdamos la fe y la esperanza de una vida en abundancia.
¿Porqué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de tus cosas y todo te irá sin duda alguna, mejor”.
Paso página…