La escasez, una mirada desde la demanda (I)

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La existencia de colas para comprar en la Potencia Energética Mundial, revela un desequilibrio feroz: la demanda de bienes, representada por la cantidad de dinero en manos del público, es mayor que la oferta disponible (D >O). Dos vías pueden explorarse para explicar el fenómeno: exceso de demanda o insuficiencia de oferta. Este artículo se ocupa de la primera vía; queda para entrega posterior la explicación alternativa. Normalmente, hay una identidad entre la producción de un país y el ingreso que se genera; postulado elemental que recogen los textos de economía. Al agregar valor a las materias primas mediante el trabajo, esto es, mediante el acto de producir (Oferta), se genera automáticamente la correspondiente contrapartida de ingreso en dinero (Demanda). Pero el caso venezolano se aparta de este patrón. La circunstancia de país petrolero hace que el ingreso sea superior al producto, dado que el Estado recibe una renta internacional (dólares), que no es resultado del concurso de factores productivos nacionales, de manera similar a como el dueño de un local cobra el alquiler (renta) a un zapatero. El Estado dispone de una capacidad de compra internacional sin producir, el petróleo no se produce, se extrae. La renta así captada la recibe a cuenta de su condición de propietario de los yacimientos; no por aportar capital, tecnología o trabajo. De modo que cuando la renta (dólares) se convierte en bolívares, se incrementa la masa monetaria en circulación y con ello afloran desequilibrios y presiones inflacionarias. La política monetaria dispone de una amplia gama de instrumentos de regulación del dinero en circulación. Son frecuentes las operaciones de absorción y raros los casos de inyección de dinero, debido a los estragos económicos, políticos y sociales causados en el siglo XX, verdaderas catástrofes hiperinflacionarias. Sólo en casos extremos o desesperados se recurre a tales expedientes irresponsables. Venezuela es uno de esos casos.

El auge de precios petroleros expande “de manera natural” la masa monetaria. En períodos de declinación de precios –contrario a lo que pueda suponerse-, la expansión monetaria en Venezuela es aún mayor, porque el gobierno bolivariano se empeña en aumentar el gasto público. La expansión tiene lugar vía endeudamiento, devaluación y emisión inorgánica de dinero, que financian el déficit público, con la consecuente presión sobre los precios. Mucha gente persiguiendo pocos productos presiona los precios al alza. Los desaciertos en la conducción económica desembocan en inflación moderada cuando hay auge de precios e hiperinflación cuando los precios declinan. Puede corroborarse que la inflación se desborda de su rango 20-25% anual a partir de 2011, cuando se profundiza el financiamiento del BCV a Pdvsa, mecanismo mediante el cual la empresa entrega bonos y recibe bolívares del instituto que se inyectan a la economía. Nada más en 2014, la cantidad de dinero en circulación creció en 65%, mientras que la producción nacional se contrajo en 4% y cayeron las importaciones en 35%. Por lo que se acentuó la escasez.

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El lector desprejuiciado preguntará: ¿Los que dirigen la política no saben que esas medidas producen más inflación y más escasez? Claro que sí. Pero los hacedores de política económica confían en que vendrá un nuevo ciclo de precios petroleros altos, anunciado para noviembre por el Ministro de Energía y Petróleo. Mientras tanto la propaganda trabajará invocando especulación, acaparamiento, boicot, etc., y la guerra (…), como causas eficientes de la enfermedad, creada con la emisión de dinero sin respaldo. El gobierno necesita dinero para mantener un aparato improductivo que le sirve de sostén electoral que conviene desglosar. Jubilados y pensionados que ya cumplieron su ciclo y tienen derecho a una remuneración actualizada según el costo de la vida (2,5 millones de personas). Un abultado número de trabajadores innecesarios en nómina pública, empresas del Estado, universidades, gobernaciones, alcaldías. De un total de 2,7 millones activos, se estima que redunda 1 millón. Un voluminoso contingente de hombres de armas, incluyendo milicianos (300.000 personas, que no estaban). Y, de gran significación para lo que aquí se discute, beneficiarios de misiones que reciben transferencias en metálico (cifra no disponible, unos 700.000) que se apartan del precepto bíblico “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Consumir sin producir agrava la escasez. Sin ánimo de entrar a controvertir, lo censurable en estos casos es el carácter permanente de las ayudas, que entra en contradicción con otro precepto: “No le des un pez a nadie, enséñalo a pescar”.

También requiere dinero para ajustar el salario mínimo carcomido por la inflación, por decreto, sin correspondencia con la producción, que aumenta costos de la mano de obra y se traducen en más inflación y nuevas peticiones de aumentos salariales y más órdenes de impresión de dinero.

El binomio emisión inorgánica de dinero- trabajo improductivo sin incentivos a la producción interna, ni dólares que puedan incrementar importaciones, nos condena a reproducir cada vez en escala mayor la secuencia escasez, desabastecimiento, inflación. ¿Hasta cuándo?

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