Como en un ejercicio mental para complementar la frase: “Claridad de la calle y oscuridad en la casa”, la reflexión puede resultar apropiada para adentrarse en las contradicciones que se vienen evidenciando, cada vez con mayor fuerza, en los sectores y voceros representativos de la política oficial del gobierno, en diversos ámbitos, sobremanera en los esfuerzos desesperados por sortear una crisis económica que no han podido paliar y, cuyas consecuencias, apuntan a tornarse cada vez más grave, ante la incapacidad para avizorarla.
Aplicase, como se suele traducir en términos gramaticales que aluden al refranero popular, por ejemplo, a las personas que son unas amables, atentas, servidoras y muy complacientes con la gente extraña o particular y, en cambio, son todo lo contrario con sus familiares. Las que les sirven y ayudan a los particulares y no lo hacen con su propia parentela. Otra acepción, la hace identificar situaciones contradictorias con la intención de aleccionar a sus protagonistas con el propósito de corregir las distorsiones y desequilibrios que terminan enrareciendo el ambiente familiar, con base en una actuación decorosa, transparente, reconocida como positiva en la calle, pero una diferente en la casa, en la casi rutinaria vida hogareña, sobre todo de antaño,
En la VI Edición del Seminario Internacional que se realizó recientemente en Viena, como actividad preliminar a la próxima Conferencia Ministerial de la OPEP, los planteamientos expuestos por la delegación venezolana encabezada por Asdrúbal Chávez, ministro de Petróleo y Minería, son ejemplos elocuentes de una práctica discursiva que expuesta en un escenario internacional de singular notoriedad por las implicaciones que tiene el sector petrolero para nuestro país, contrasta abiertamente con el manejo y la práctica con la manera como se diseña y ha conducido la política económica, habida cuenta de los resultados obtenidos.
Ubicando sus señalamientos en el marco de la crisis de la disminución de los precios del principal producto de exportación que tenemos, sostuvo el titular del citado despacho, que: “el reto que tenemos los productores de petróleo, a futuro, radica en comprender perfectamente los elementos fundamentales del mercado y a partir de ello, ser capaces de anticiparnos a los eventos que puedan desestabilizarlo”.
El problema de la “volatilidad de los precios del petróleo” ha representado desde hace mucho tiempo la verdadera espada de Damocles que se cierne como amenaza sobre las aspiraciones de la población venezolana, sin distingos de estratos, en la búsqueda de unos niveles de vida más dignos para la mayoría, en los esfuerzos por superar las cifras de excluidos. No obstante, ha resultado cíclica y recurrente la incapacidad de los gobiernos de turno para poner en práctica un modelo de desarrollo cuyo planes, políticas, proyectos y programas, además de expresarse en los diferentes “proyectos nacionales” u ofertas electorales, haya transitado por cauces distintos a los que la cultura rentista heredada de la colonia y reafirmada a lo largo de toda la historia republicana. Los seguidores de aquel adulador que gozaba de los privilegios en la corte del Rey Dionisio “El Viejo”, no han reparado en cortar las esperanzas de los ciudadanos, con el mal manejo de la hacienda pública y la imposibilidad de diversificar la producción. La réplica de los valores asociados al contrabando, la especulación, la usura, la ganancia fácil, hoy, ya entrado el siglo XXI, se reproducen con creces.
Nunca antes, durante la gestión gubernamental en curso, las encuestadoras, sin distingos, habían reflejado con más propiedad el sentir de los venezolanos con respecto al tema de la situación económica: Sin importar la clase social o política, es la preocupación que agobia a más del 87% de quienes padecemos la crisis; y que, además, percibimos que el alto costo de la vida se está empeorando.
Por eso, la búsqueda de una salida al problema, bajo criterios consistentes, por lo menos debería transitar por una política que, al igual que se aplica en materia exterior en el aspecto petrolero, tratase de arrojar luz y claridad en el ámbito interno del país.