En tiempo de crisis la creatividad y las diferentes iniciativas para invertir y ahorrar son herramientas claves para generar otras fuentes de ingresos.
Aunque las variables económicas y la inestabilidad de ciertos indicadores golpea los presupuestos y planes de cualquier empresa o individuo es posible sacarle partido a las dificultades.
Así lo plantearon Juan Carlos Ramos y Adriana Rodríguez de Espacio Coaching en ocasión del primer ciclo de talleres Evoluciona con altura que se realiza en el diario EL IMPULSO.
En este primer curso sobre las finanzas personales y creencias sobre el dinero se conoció que el ahorro tiene su punto de partida en lo que se denomina plan de vida o esa lista de objetivos que nos atañe anualmente, por ejemplo, seguro de vida, seguro de vehículo, inscripciones del colegio, vacaciones, entre otros.
En ese plan de vida, aquellas cosas que parecen pequeñas pueden llegar a representar mucho, como es el caso del vuelto, el cual generalmente se deja de lado, mencionó Rodríguez, quien añadió que a la hora de invertir el apoyo de la familia es vital.
“En qué son buenos nuestros familiares, incluso los amigos más cercanos, cómo podemos aprovechar sus talentos, hay que pensar”.
Apuntó que ningún comienzo es fácil, por lo cual la constancia será determinante, así como el propósito. “No podemos decir simplemente quiero ahorrar. Hay que estar claros y plantearse, por ejemplo, el aumento de los ingresos 50% en seis meses. Eso se hace luego de evaluar la relación actual con el dinero”.
Si bien no podemos tener controlado el 100% de los gastos, sí conocemos los egresos ineludibles. Eso debe escribirse mensual o anualmente para visualizarlo.
Entre las recomendaciones para ajustarse se encuentran aprovechar las ofertas, dejar las tarjetas de crédito en casa, hacerse un examen de conciencia, recorrer más tiendas para encontrar el mejor precio, consultar entre los amigos dónde puedo ubicar lo que necesito más barato, conocer nuestro valor y solidez, con cuánto contamos para emprender tal propósito, todo esto se traduce en lo que se llama relación costo-beneficio.
“Preguntarnos siempre antes de adquirir un producto: cuánto va a contribuir esto en mi vida, por los menos dos, tres o más veces. Compramos mucho con la emoción y no con la razón”.
Rodríguez también destacó que hoy en día el miedo nos lleva a tomar decisiones erradas.