En los primeros 35 años del siglo pasado, con hondas huellas de atraso, Venezuela vivió bajo sombras. Dos caudillos olorosos a pólvora, de frágiles banderas y rebuscadas proclamas, se habían encargado de tapar el sol de la libertad.
La primera oscurana la produjo Cipriano Castro, audaz político a caballo, quien tomó el Gobierno mediante una llamada “revolución restauradora” que acaudilló desde los Andes, su región nativa.
El otro fue Juan Vicente Gómez, también andino del Táchira, dueño del poder a partir de 1908 cuando asaltó la presidencia en nombre de una “causa rehabilitadora”. Ambos resultaron ser tiranos, violadores de los derechos humanos y otras libertades, convertido el país en vergüenza de América.
Esa opresión cesó al morir el segundo caudillo, viejo y enfermo en su casa de Maracay, el año 1935. Entonces surgió una lucecita guiada por un hombre moderado, cauto, de recta trayectoria militar: el general Eleazar López Contreras, también tachirense. Con él en la presidencia se abrió cauce de transición hacia la democracia, tarea dura, pero posible.
Así, para el período 1941-1946, llegó la hora de elegir un nuevo Presidente, escogencia a través del Congreso Nacional. Ganó un probo general retirado, Isaías Medina Angarita, ante el novelista Rómulo Gallegos. Al tomar el mando, con firme perfil civilista, expuso: “Asumo el poder de pleno reconocimiento hacia mis compatriotas, con propósito de bien, para trabajar por la felicidad de la patria”.
Sin poses, sin frases huecas, el presidente Medina Angarita (oriundo de San Cristóbal, Táchira) cumplió su palabra. Hizo obra de provecho e incorporó a Venezuela al mundo moderno, humanista, practicando la democracia como sistema de vida. Citemos algunos instrumentos de justicia social creados y en práctica por su gobierno: Nuevo Código Civil, reforma tributaria y reforma constitucional, estableciendo ésta el voto directo y popular (por primare vez el de las mujeres) para elegir diputados. Ley Agraria, Ley de Hidrocarburos, plan de obras destinadas a la educación: Ciudad Universitaria, liceos y amplios grupos escolares. Creación del Instituto Venezolano del Seguro Social, construcción de la urbanización El Silencio y el Aeropuerto Internacional de Maiquetía.
Permitió el funcionamiento de las organizaciones políticas, sin sobresaltos, entre ellas Acción Democrática y el Partido Comunista. Y en medio de todo esto, lo más resaltante: ni un preso político, ni un desterrado, cero prensa amordazada, nadie perseguido. Entonces, hombre sencillo, anduvo por las calles del pueblo sin protocolo ni remordimientos, Y por primera vez los venezolanos fueron campeones mundiales de béisbol, héroes todos, triunfo que originó la más grande fiesta deportiva en la historia del país.
Muy optimista, rindió cuenta al Congreso Nacional en su penúltimo año de gestión. Pero de pronto reaparecieron nubes oscuras: ambiciosos jóvenes militares junto a inmaduros políticos tomaron la vía menos adecuada (la fuerza) para sacarlo del poder, el 18 de octubre de 1945. Años después quienes vivieron aquella época medinista volvían a buenos recuerdos, añoraban haber tenido un presidente así.