De Graziano Gasparini, estudioso como nadie en este continente de las filigranas del urbanismo y arquitectura coloniales, presentó el libro El Plano Fundacional de Caracas, en medio del Festival de la Lectura de Chacao, una edición de Fundavag, donde se materializa un escudriñar en el origen de esta capital-cuna nuestra, desde su embrión terrenal: la única ciudad conquistada por los españoles en América que no tiene acta de nacimiento. “Nunca se encontró ese papel”, asegura el investigador.
Fundavag Ediciones, que es el brazo cultural de la Fundación Rosa y Giuseppe Vagnoni, ha producido estas páginas de lujo, del venezolano de origen italiano que, “establece con el plano fundacional de Juan de Pimentel de 1578, una aclaratoria histórica definitiva”, precisa el escritor Rafael Arráiz Lucca. “Certifica que siempre estuvo allí, que no tuvo mudanzas y que ese damero de la cuadrícula inicial se mantiene. Esa certeza de la revisión desde una perspectiva exclusiva, antes fueron capítulos de libros, pero esta vez es uno íntegro dedicado a esos orígenes”.
Está en las librerías más visitadas de Caracas y en algunas del interior, este libro de tres capítulos gratamente ilustrados, como su tema inspira. Se suceden en esta edición especial, gran formato de El Plano Fundacional de Caracas, El trazado de Juan de Pimentel, Las ordenanzas de Felipe II y las Iglesias exentas de Venezuela.
. Y que apenas once años después halla que, en 1578, el plano fundacional de Caracas de Juan de Pimentel es documento esencial. “Ese dibujo casi ingenuo donde plasmó él la ciudad naciente, de muy pocos habitantes, trazó con absoluta originalidad y precisión la expresión de la realidad y de lo urbano”, cuenta, y dejó la aclaratoria definitiva de cuándo se puso esa primera piedra.
Joaquín Marta Sosa, directivo de Fundavag, explica que este libro que vuelve a tratar para Gasparini su tema crucial, es como su Carbono 14: la cuadrícula de 24 cuadras que rodean a la plaza central, ese corazón de las primeras manzanas caraqueñas, ha permanecido inalterado por casi 450 años.
–Había diferentes posibles fechas de la fundación, entre 1566 y 1569 –tema aparte–, pero en ese diseño primigenio de Pimentel se ve cómo se crea y avanza la ciudad.
Desde esa lectura aparecen sus características, qué manera tenía el colonizador español de organizar las ciudades, y ratifica además, la fortaleza de esa arquitectura que llegó con la conquista y se replicó en todos los lugares donde se establecieron los españoles. –Y añade Marta Sosa que “por Venezuela él ha viajado como nadie descubriendo todo ese pasado colonial”.
La ocurrencia y el meollo
–Se me ocurrió –dice Gasparini– porque todas las ciudades que los españoles fundaron en América eran con un papel escrito, con una ceremonia frente a Dios y los reyes, y quedaba un acta junto con el plano de las manzanas. Todos iguales desde México hasta Argentina; pero el único que no se ha encontrado, es el plano fundacional de Caracas, solo existe el que hizo Pimentel, 11 años después y en lugar de ponerle los asignatarios, a las 136 personas que acompañaron entonces a Diego de Losada, Pimentel escribió en el plano “casa, casa, casa”, y no nombres de esos primeros potenciales propietarios.
–Así que el plano no es imaginario, sino de la real Caracas que vio Pimentel, y pone los sitios conservados hasta hoy: la Catedral, San Francisco, La Casa Real de Gobernación (y ahí sigue la Gobernación), la iglesia de San Mauricio (hoy Santa Capilla). Todos esos datos demuestran que la ciudad estaba muy bien arraigada y fundada, que tenía ya entre 600 y 800 habitantes en 1568, quienes le piden a Diego de Lozada, todavía Justicia Mayor de la ciudad recién fundada, “terrenos de labranza para su sustento”, cercanos al río Guaire, con agua para la agricultura.
Después, cuando por arquitecto y urbanista averigua sobre los planos catastrales donde entonces se marcaban las propiedades y todos los espacios de la ciudad, ve que esas manzanas de 4 solares terminaron divididas en 30, dentro del mismo solar, sin afectar el diseño en cruz original. Porque “cada casa de esas tendría 2500 metros, demasiado terreno y muy costosas serían”; por eso se subdivide muchas veces más para otorgarlas a gente de trabajo y asentamiento decididos.
“No me importa cuándo fue”
–Esa falta de acta –precisa el autor– permitió aquella hipótesis de dudas acerca de 1566 o 68 o 69 como fechas de la fundación de Caracas. Pero eso a mí no me importaba; la fecha exacta no estaba certificada, pero luego sí, José de Oviedo y Baños, el gran historiador de la colonia, por los encargos que le hicieron y los datos que analizó, concluyó que debió ser entre abril y agosto de 1567, cuando Diego de Lozada fundó Santiago de León de Caracas. Pero la verdad es que a mí eso no me importaba, dice el incorregible pesquisa de la historia de la arquitectura colonial de nuestros países, a quien le conquistó, por encima de todo, Venezuela.
Para este pionero de la historia de la arquitectura colonial en América, “el meollo del estudio es que el trazado de la ciudad es el documento que más se resiste a las alteraciones.
Pueden tumbar un edifico de 4 pisos y construir uno encima de 30; Nápoles, tiene las mismas calles diseñadas por los griegos, a pesar de los siglos de los siglos y todos los estilos de arquitectura de la Historia. Lo que está sobre el trazo es lo que puede cambiar, pero el trazado solo cambia en una circunstancia muy especial, como una catástrofe: el trazado permanece, así haya unas ruinas encima”, celebra.