La suspensión a última hora de Maduro de su visita al Vaticano es quizá la señal más elocuente de los planes del Gobierno. El mismo día que el Presidente anunciara su otitis, le ordenó públicamente al CNE que no fijara las fechas de las elecciones para no ceder ante la “derecha”. Evitó ver al Papa para no comprometerse en nada que favorezca a los presos políticos, al tiempo que prolonga el silencio sobre la convocatoria a elecciones para atentar aún más contra la vida y salud de quienes hoy están en huelga de hambre por tal fin. Los que creían en la rectificación de la cúpula roja, deben al menos entender ya que el cambio necesario no puede depender de la voluntad de los verdugos, sino de la lucha popular, como siempre ha sido el caso.
El país se derrumba sin que nadie en el Gobierno dé la cara. Con la inflación más alta del mundo y la devaluación más grande de nuestra historia, no existe siquiera un vocero oficial de economía. Merentes y Marcos Torres se escondieron y el BCV ya no sirve ni para dar cifras. La dolarización se va imponiendo con la complicidad de los revolucionarios que manejan el monopolio de las divisas en el país. El bolívar ya no es fuerte ni es nada, es simplemente una exmoneda sin valor referencial. El salario ha muerto. No unificaron la tasa de cambio, no aumentaron la gasolina, no incentivaron la producción nacional, no hicieron nada. Ahora nos proponen sembrar acetaminofen. Pero en VTV prefieren hablar de Felipe González todo el día, porque su único interés es acabar con Leopoldo López. Desde los canales del Estado proponen etiquetas de twitter como #RepolitizarAlPueblo en vez de promover la revalorización de la moneda. Estamos sin rumbo, a la deriva por un despeñadero.
Por eso resulta un crimen que el CNE no se digne a fijar fecha cierta a unas elecciones que deben ser este año por mandato constitucional. Si el próximo 5 de enero no se instala una nueva Asamblea electa con el voto popular universal y secreto, se habrá consumado ya el golpe de Estado formal. Es así de simple. ¿Qué esperan entonces? Buscan un estallido, una revuelta, una excusa para suspender o aplazar unas elecciones que les asegura la peor de las derrotas. Ante esta situación no podemos seguir pagándole vacuna a la tiranía, haciendo cola para comer, autocensurándonos para evadir represalias, pidiendo diálogo como sí buscáramos el perdón. Ya tocamos fondo. La reconstrucción del país pasa por la capacidad de lucha que tengamos para enfrentar a los saqueadores que han quebrado al país y pretenden seguir sometiendo al pueblo a su peor tortura cotidiana. Estamos unidos y listos para la contienda electoral que será sin duda el comienzo del cambio definitivo. Pero para ganar primero debemos lograr que haya elecciones, sin confiarnos. Por eso ratificamos nuestra solidaridad, orgullo y respaldo por la lucha que están librando desde las cárceles nuestros presos políticos. El mundo volteó su cara a Venezuela, no desmayemos ni dejemos que la mezquindad nos distraiga. Unidad, calle y voto.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.