Una mujer se ha convertido en la primera en el mundo en dar a luz a un niño sano después que los médicos restauraran su fertilidad al realizar un trasplante de tejido ovárico que se había retirado y congelado cuando ella apenas tenía 13 años.
El caso se publica en «Human Reproduction» y supone, según explica Isabelle Demeestere, de la Clínica de Reproducción Humana del Hospital Erasme de la Universidad Libre de Bruselas (Bélgica), «un gran avance en este campo porque los niños son los pacientes que tienen más probabilidades de beneficiarse de estos procedimientos en el futuro. Cuando son diagnosticados con enfermedades que requieren un tratamiento que puede destruir la función ovárica, la congelación de tejido ovárico es la única opción disponible para preservar su fertilidad».
«Es un gran avance», señala a ABC Javier Domingo, director de IVI Las Palmas y Coordinador del Programa de Preservación de la Fertilidad de IVI, porque confirma que la «técnica funciona en tejido inmaduro». Hasta ahora ha habido informes de embarazos exitosos después del trasplante de ovario usando tejido que se había retirado de los pacientes cuando eran adultos, pero ninguno usando tejido tomado de las niñas antes de la pubertad y de la capacidad de dicho tejido ovárico inmadura desarrollar para producir óvulos maduros. Hasta ahora ha habido informes de embarazos exitosos después del trasplante de ovario usando tejido que se había retirado de los pacientes cuando eran adultos, pero ninguno usando tejido obtenido de las niñas antes de la pubertad, Además tampoco había información sobre la capacidad de dicho tejido ovárico inmaduro para producir óvulos maduros. Como reconoce Domingo, los niños son los menos estudiados, pero ahora ya «sabemos que hay una opción de preservar la fertilidad en niñas».
La paciente fue diagnosticada con anemia de células falciformes cuando tenía cinco años. A los 11 años los médicos decidieron que su enfermedad era tan grave que debía tratarse con un trasplante de médula ósea, que le proporcionó su hermano al ser compatibles. El trasplante de médula ósea requiere que se desactive el sistema inmunológico del paciente para prevenir el rechazo de la médula ósea y esto se hace mediante la quimioterapia o radioterapia de altas dosis, que puede destruir el funcionamiento de los ovarios de forma permanente.
Por ese motivo, antes de tratarla con quimioterapia o radioterapia, los médicos decidieron extirpar su ovario derecho cuando tenía 13 años y 11 meses de edad y congelaron fragmentos de tejido. La paciente todavía no había tenido su primera menstruación, aunque sí había señales de que había comenzado la pubertad con el desarrollo de los senos cuando tenía 10 años.
Este tipo de tejidos, señala Gregorio Garrido, jefe de los servicios médicos de la ONT, se conserva en Bancos de Tejidos autorizados. En España, afirma, «hay dos en Cataluña y uno en la Comunidad Valenciana, aunque en Andalucía hay uno pendiente de autorización».
Terapia hormonal sustitutiva
El trasplante de médula ósea fue un éxito, aunque la paciente desarrolló la enfermedad de injerto contra huésped y tuvo que continuar con fármacos inmunosupresores durante 18 meses después del trasplante. Su ovario restante fracasó y cuando tenía 15 años los médicos le administraron terapia hormonal sustitutiva (THS) para inducir la aparición de la menstruación.
Diez años más tarde la paciente expresó el deseo de quedarse embarazada. Con el fin de restaurar su fertilidad, el equipo de Isabelle Demeestere interrumpió la THS, descongeló algunos fragmentos de tejido ovárico congelado, pero no todos, e injertaron cuatro fragmentos en el ovario izquierdo restante y otros 11 en otras localizaciones de su cuerpo.
Transcurrido un tiempo los médicos comprobaron que el tejido trasplantado comenzó a responder a al tratamiento con hormonas y empezaron a crecer folículos que contenían los óvulos maduros. Cinco meses más tarde la paciente comenzó a menstruar y continuó con ciclos menstruales regulares. Debido a la infertilidad de su pareja, tuvo que someterse a una técnica de reproducción asistida, pero se detuvo cuando se separó de su pareja. Pero dos años después del trasplante, a la edad de 27 años, la paciente se quedó embarazada de forma natural con una nueva pareja y tuvo un niño sano en noviembre de 2014, que pesó peso de 3.140 gramos.
Para Demeestere, a pesar de que es un «gran logro», este éxito «requiere una mayor investigación en niñas muy jóvenes y prepúberes, como nuestra paciente que ya había comenzado la pubertad, aunque no había empezado a menstruar». Además, continúa, el procedimiento también plantea algunas cuestiones controvertidas. Por ejemplo, «debido a que es un procedimiento invasivo y a que la vida útil del injerto es limitada, ¿podría ser utilizado para inducir la pubertad y la menstruación, en lugar de para restaurar la fertilidad, cuando la THS es una alternativa eficiente, estándar y no invasiva para inducir la pubertad? ¿Debe recomendarse solo a los pacientes con un alto riesgo de insuficiencia ovárica o para aquellos solo con bajo riesgo?». En su opinión, el tejido ovárico criopreservado debe ser utilizado solo para la «restauración de la fertilidad en pacientes con alto riesgo de insuficiencia ovárica y no para inducir la pubertad o para restaurar los ciclos menstruales en los adultos».
Con precaución
Para el experto del IVI, es clave seguir investigando, ya que existe el riesgo, al menos en pacientes de cáncer pediátrico, que al retrasplantar la corteza ovárica se reintroduzcan células cancerígenas. En su opinión, se debería informar a los padres de estas niñas de esta posibilidad, «aunque con cuidado porque no sería posible para todos los cánceres».
A día de hoy, el ovario de la paciente sigue funcionando con normalidad y sus médicos dicen que no hay razón por la que no puede tener más hijos si quiere. Además, señala, «también tiene la posibilidad de someterse a un segundo trasplante con el tejido congelado restante si el injerto deja de funcionar, ya que no transplantamos todo el tejido ovárico la primera vez. Tenemos otra paciente que se ha quedado embarazada después de un trasplante de ovario y tuvo dos bebés nacidos después de dos procedimientos de injerto».