Argentina quedó casi paralizada el martes, sin trenes, metro, autobuses, barcos ni aviones, por una huelga de transportes de sindicatos opositores que piden ajustes de salarios por encima del 27% que fijó como tope el gobierno de Cristina Kirchner, quien deja la presidencia en diciembre próximo.
«Hubo una adhesión muy importante» a la medida de fuerza, dijo en rueda de prensa Hugo Moyano, líder de la huelga y del gremio de camioneros.
Todos los vuelos nacionales y algunos internacionales fueron cancelados, pero abrieron numerosos comercios, restaurantes, bancos, escuelas públicas y privadas, a un ritmo de día festivo.
El 88% de las tiendas de todo el país abrieron sus puertas pero perdieron ventas por un total de 1.680 millones de pesos (187 millones de dólares), según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Sindicalistas de partidos troskistas bloquearon accesos a la capital y otras ciudades. Miles de automóviles salieron a las calles al faltar transporte.
«No le veo la lógica a este paro, en mi trabajo iban a mantener la actividad así que resolví venir a mi manera», dijo a la AFP Mariana Galindo, una contable de 27 años que iba en bicicleta a su empleo en el centro de Buenos Aires.
Julio Rodríguez, encargado de una pizzería en el barrio de Monte Castro, aseguró que en esa zona alejada del centro estaba «todo tranquilo, como siempre», aunque tuvo que pagar taxis para que los empleados pudiesen llegar.
En Twitter los dos temas que marcaron tendencia en Argentina eran #YoNoParo, con comentarios críticos a la medida de fuerza y #MartesDeParo, que inspiró ironías y chistes sobre un día «perfecto porque no hay escuela ni gimnasio», escribió uno de los seguidores.
La medida fue impulsada por tres centrales sindicales enfrentadas al gobierno. Las otras dos, aliadas de Kirchner, no adhirieron.
El reclamo
Los sindicatos rechazan que el gobierno pretenda fijar un tope de 27% de aumento salarial en las negociaciones colectivas con las empresas, con una inflación anual para 2015 que analistas estiman que rondará 30%.
Los gremios reclaman además la reducción de un impuesto llamado a las Ganancias, que se aplica sobre los salarios medios y altos.
El líder del gremio de Dragado y Balizamiento, Juan Carlos Schmid, integrante de la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), advirtió que el paro es «una fuerte señal hacia adelante para quienes tengan que administrar (futuro gobierno) y vean cuál es la capacidad y la posibilidad de acuerdos».
Argentina elegirá al sucesor de Kirchner el próximo 25 de octubre. La presidenta no puede presentarse a un tercer mandato.
«Los dirigentes decretaron hoy la prisión domiciliaria de millones de argentinos», ironizó en la red social Twitter el ministro del Interior y precandidato presidencial, Florencio Randazzo.
Otro precandidato a la Presidencia por el oficialismo, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, afirmó que «es un día triste y amargo», al lamentar las pérdidas económicas que supone esta medida de fuerza, mientras que el precandidato opositor Mauricio Macri (derecha) no emitió comentarios.
El jefe de Gabinete de Kirchner, Aníbal Fernández, calificó la medida de fuerza de «paro político».
Durante la jornada no hubo recolección domiciliaria de residuos, transporte de caudales, distribución de alimentos ni combustibles.