Piden dinero para sobrevivir. Viven en situación de calle, la peor imagen que puede tener cualquier país. Son un reflejo de miseria. De pobreza extrema, que deja ver que no hay garantías para la población. Así es el drama de las personas en situación de calle. Sea niños, adolecentes o adultos mayores.
Están a la sombra de drogadictos, atracadores jíbaros, proxenetas, prostitutas, travestis y alcohólicos. Se desenvuelven cerca del licor y el resto de las drogas. Las armas de diversos calibres también desfilan en su entorno. Algunos duermen a la intemperie.
El sociólogo Leonidas Pérez sostiene que el venezolano tiene por costumbre ayudar a los niños.Se trata de un acto de solidaridad. “El problema está en que algunos niños, no lo hacen por necesidad sino porque alguien los incita y ese alguien gana por eso”.
Considera que la ternura, sonrisa y bondad de un niño son irresistibles para el resto de la población y muchos los ayudan porque les recuerdan a algún hijo, sobrino o hermano.
Sostiene que hay menores que salen a pedir porque lo necesitan. Porque perdieron a sus padres o los abandonaron, pero otros no.
Para Pérez la pobreza extrema es un conflicto social grande que el Estado debe controlar, pero en este momento no hay voluntad para hacerlo.
Agrega que el mayor riesgo para estos niños son las personas de edades intermedias que también están en la calle. Sus perfiles son violentos capaces de asesinar por motivos fútiles.
“La pérdida de control social nos ha llevado a esta situación, porque no hay ley. Los valores siempre están en la gente pero a veces se vulnera el mecanismo para hacerlos cumplir, eso es lo que está pasando”.
Recuerda que muchas personas escucharon y acataron el mensaje de un líder que llamó a delinquir a sus seguidores y las consecuencias estremecieron al país. “Chávez decía a la gente que si tenía necesidad robara, sino tenía casa se metiera en una. Los valores son una fuerza de control que la sociedad exige a los ciudadanos y si no hay ley, no se ejercen los valores y eso es lo que estamos padeciendo”.
Explica que el valor moral es el control de la sociedad. Pero que “algunos gobiernos siembran la anarquía para distraer a la población para continuar con su accionar corrupto y mantenerse en el poder”.
Refiere que la riqueza de un país se mide por la calidad de vida de sus habitantes y que Venezuela, hoy luce como un “pobre país”, pese a las grandes riquezas que posee. Detalla Pérez que los niños son ingenuos, que no tienen estructuras conceptuales. Que sí pueden salir de la calle, pero están expuestos a la perversidad.
“Ellos son frágiles, fácil de prostituir, o manipularlos para ponerlos a vender estupefacientes. El problema es el entorno que tienen en la calle porque los corrompe. Lo grave no es que pidan dinero transitoriamente sino lo que harán después”.
