Mientras la mesa de negociaciones entre el gobierno colombiano y las FARC muestra avances, se han recrudecido los ataques de uno y otro lado.
En las últimas ocho semanas, según un recuento elaborado por The Associated Press con datos proporcionados por la policía y el ejército, 40 guerrilleros fueron muertos por las fuerzas armadas y 12 militares fallecieron en ataques de las FARC.
El contraste más llamativo entre lo que pasa en Cuba y lo que se vive en Colombia se sintió el jueves. El mismo día en que las partes celebraban la creación de una Comisión de la Verdad, en el puerto de Tumaco, sobre el Pacífico colombiano, 160.000 personas seguían sin luz después de un ataque de la guerrilla, el tercer atentado contra la infraestructura eléctrica del país en menos de una semana.
El aumento de la violencia comenzó a mediados de abril cuando 10 militares murieron en una emboscada de la guerrilla en el sureño departamento de Cauca. Aquel ataque que sacudió a la opinión hizo que el presidente Juan Manuel Santos reactivara los bombardeos contra los campamentos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que había suspendido meses antes. La respuesta de la guerrilla fue el fin del cese el fuego unilateral que había dispuesto en diciembre.
Desde el 24 de mayo hasta el viernes se produjeron 16 episodios de violencia que incluyeron el desplazamiento de campesinos y ataques a la red eléctrica y con explosivos.
Durante los cinco meses que duró el cese el fuego unilateral, las FARC participaron en 91 acciones armadas, de las cuales 79 fueron ataques del ejército y la policía, según la no gubernamental Fundación Paz y Reconciliación.
En la última semana la ofensiva insurgente se centró en cinco departamentos: Cauca, Nariño, Meta, Norte de Santander y Putumayo, donde murió un policía y otros tres quedaron heridos.
Pero el ataque más persistente fue contra las instalaciones eléctricas en Tumaco y Buenaventura, el principal puerto sobre el Pacífico cuyos 400.000 habitantes estuvieron tres días sin luz.
Para Iván Cepeda, senador del izquierdista Polo Democrático, la paradoja es el resultado de mantener conversaciones de paz en medio de la guerra, como propuso Santos, por lo que insistió en un alto el fuego bilateral. «Necesitamos cuanto antes un alto al fuego bilateral verificable», dijo en entrevista con AP. «Hay que ser ciego para no ver todo lo que se avanzó en La Habana… el desplazamiento descendió un 47%, el ejército y las FARC comenzarán a desminar conjuntamente y se puso fin al reclutamiento de niños», resumió.
Pero el senador Alfredo Rangel, del opositor Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe, sostuvo que «las FARC nunca realizaron una tregua unilateral verdadera. Bajaron los atentados contra los oleoductos y los ataques contra el ejército, pero siguieron extorsionando a la población civil, traficando con droga, rearmándose, reclutando niños, sembrando minas… así que esa tregua fue absolutamente falsa».
De acuerdo con Carlos Lozano, analista y director del semanario Voz del Partido Comunista, la mesa «por ahora va bien» pero en los próximos meses entrará en un terreno pantanoso. «El gobierno quiere llevar a los guerrilleros a la cárcel pero es insensato pensar que alguien se va a meter en un proceso de paz para terminar entre rejas», explicó a AP. «Este va a ser un tema complicado y no ayuda lo que está pasando en el campo de batalla», añadió.
Para la politóloga Marcela Prieto vienen meses difíciles porque se ha roto la confianza entre las partes y quedan por debatir puntos importantes. En ese contexto «es casi imposible que se firme la paz este 2015», vaticinó.
Aunque en el extranjero se ve con buenos ojos el proceso de paz, en Colombia crece el escepticismo hacia las FARC «porque conocemos mejor la naturaleza del conflicto», señaló la politóloga.
«La guerrilla ya no sirve para justificar la desigualdad y la pobreza en Colombia, el país no es un Estado fallido y las FARC no son las mismas que cuando fueron creadas. Se financian con el narcotráfico y utilizan el terrorismo», indicó.