No pudo. A pesar de esa imagen de “normalidad” que con no poco descaro parecía exhibir, el hombre no pudo continuar y renunció, a escasas horas de su “reelección”. Joseph Blatter tenía 17 años como presidente de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado). Y quería más. El mayor escándalo en la historia del máximo ente rector del fútbol a nivel mundial, en el cual se han visto envueltos varios de sus directivos regionales, mezcla de millones de dólares, deseos de exclusividades por patrocinio y publicidad y ausencia total de escrúpulos para exigir sobornos, generó tal tsunami informativo y de opinión que de seguro obligó a la retirada del otrora mandamás Blatter.
No es de extrañar que ya más de un escritor, novelista, guionista, tiene en su agenda como posible creación novelada, de ficción, suspenso o intriga deportiva-política-corporativa, este oscuro episodio de la FIFA, en el que de seguro el licenciado en Economía y Administración de Empresas, “Sepp” Blatter, debe dar aún muchas explicaciones, no sólo a los fanáticos, a los órganos colegiados, federaciones, clubes y entes del mundo de fútbol organizado, sino especialmente a la justicia estadounidense, cuyas autoridades que, como se dice coloquialmente, “destaparon” la olla con forma de balón.
Se preguntará Ud., que lectura podemos hacer de este episodio trágico y escandaloso en el mundo del balompié, desde esta realidad venezolana sumergida en las aguas de la escasez, del deterioro económico históricamente inédito, de un aislamiento acelerado y creciente de su élite gobernante de los parámetros mínimos de democracia, sensatez y respeto a las leyes. Lo que salta a la vista, en este punto del discurrir de nuestra historia y la de otras, es que los abusos de quien logra consolidar una forma de gobierno, desde el poder, sin controles, sin transparencia, y con mecanismos de presión o compra de conciencias y favores, tarde o temprano tienen un precio, que debe pagarse ante la justicia.
Esta aldea global, ciertamente nucleada en buena medida por su afición al fútbol, y su presencia también global, contribuyó no sólo para que una justicia que traspasa fronteras, como lo hacen muchos de los delitos, ramificaciones y vínculos que investiga, tomara cartas en el asunto. También los medios de comunicación, sobre todos en contextos en los cuales si existe libertad de expresión, de información y opinión, hayan podido reseñar dicha investigación, así como las opiniones de los actores involucrados, y de la gente.
Al final, el balón seguirá rodando. Vendrán otras caras, otros rostros e intenciones, y ojalá que también, mayor transparencia, y ojalá que menos excesos lucrativos y más y mejor fútbol. Por lo pronto, solo nos queda decir una frase.
Goodbye Blatter.
@alexeiguerra
