La situación política de Venezuela es complicada. Tanto en las filas del gobierno como de la oposición se habla de divisiones. Este panorama es conocido por actores externos que aunque tratan de mediar, se les complica su rol por los obstáculos que van apareciendo. Hay si algo que une a ambos mandos: Nicolás Maduro debe ser sustituido lo más pronto que se pueda. Para ello hay dos opciones: solicitarle la renuncia inmediata o esperar el año próximo cuando se realice el referéndum revocatorio.
La intermediación en Derecho Internacional Público conoce los buenos oficios, la mediación, la conciliación, el arreglo directo, cuando se trata de conflictos jurídicos o políticos entre Estados, pero actores del sistema internacional han servido de mediadores en problemas internos de un Estado. El caso venezolano es quizás el más representativo, porque países como Colombia, Brasil, El Vaticano, asistieron a los diálogos entre el gobierno y la oposición. La OEA y Unasur se han ofrecido para ayudar a encontrarle salidas a la gran crisis que atraviesa Venezuela.
Más recientemente los Presidentes de Brasil y Uruguay, veintitrés expresidentes del mundo, el presidente de la Unión Europea han venido insistiendo en que aún estamos a tiempo de una salida pacífica a esta situación. La calle se está calentando, las manifestaciones de la oposición en casi todas las capitales de provincia del país el fin de semana pasado, demuestran el rechazo a los presos políticos, exiliados, a la represión, a la falta de información y libertad de prensa.
Pero hay mediaciones abiertas y encubiertas. De las primeras dan cuenta los medios de comunicación, de las segundas conocemos por terceros que se enteran por filtraciones de hechos que nunca faltan. En efecto, en este momento hay componedores, que esgrimiendo experiencia política, razones de edad y una “imparcialidad” que no tienen, se han sentado a conversar sobre el futuro inmediato de Venezuela. Zorros de la política o por motivos económicos saben que el régimen tiene los días contados. Que sobre todo la cuestión económica, está al borde del precipicio. Nos quieren componer el porvenir. Hacerle el cambio al pueblo, antes que él lo haga.
La temática no está exenta de casos delicados. Ya hay una buena parte de militares que están dispuestos a retirarse a los cuarteles y pasarle el mando a los civiles, como ocurrió con los regímenes militares de Uruguay, Brasil, Argentina y Chile. Conocen que se los puede llevar el huracán de la historia. Los otros en situación difícil son los colaboracionistas, quienes quieren asegurarse que el nuevo gobierno no les pase facturas de la traición a la patria que tuvieron durante todos estos años.
Este asunto requiere que se advierta que los actores políticos individuales, de los partidos, grupos de presión, no pueden tomar decisiones sin consultar a las provincias. Caracas no puede decidir por Venezuela.