La información es cruel y dolorosa: ”Las tierras que le fueron expropiadas y por las cuales murió Franklin Brito, están enmontadas, totalmente inutilizadas, perdidas para la producción y sin dar beneficio económico a nadie.”
Toman notoriedad estas tierras porque pertenecieron a un hombre que se convirtió en mártir político al enfrentar con una huelga de hambre lo que él y muchos que lo apoyaron consideraron una injusticia. Pero al igual que esta parcela son muchas las tierras a lo largo y ancho de Venezuela que de ser productivas, actualmente o están enmontadas o mucho peor, han sido objeto de una deforestación criminal para aprovechar sus recursos de arboles maderables o yacimientos de minerales no metálicos, sin respetar ninguna ley ambiental.
Y ningún gobierno puede blasonar a nivel mundial de ser un paladín del ambiente si no protege los bosques, las reservas forestales, sus parques, sus zonas de resguardo de los acuíferos. Lamentablemente en Venezuela actualmente existe un gran descuido respecto a esta norma básica de la Ecología. Lo más grave que muchas de estas inobservancias se producen casi con complicidad de las propias instancias oficiales, quienes frente a muchas deforestaciones, talas y quemas, se han hecho de la vista gorda aplicando un criterio político a favor de quienes han actuado en contra del ambiente.
Esto al parecer sucede en todo el territorio nacional pero pongamos solamente el ejemplo de lo que sucede en Lara y concretamente en el municipio Simón Planas. En una finca intervenida hace pocos años, en las cercanías de La Tronadora se instalaron varias cooperativas las cuales progresivamente fueron abandonando las tierras debido a que no obtenían beneficios económicos. Frente a este abandono quienes se quedaron decidieron sacar algún provecho mediante la tala de árboles para lo cual intentaron limpiar las zonas de acceso con quemas, debido a la gran sequía la candela arrasó con dos mil ochocientas hectáreas de vegetación. El gobierno calla para no aceptar que esta quema fue producto de una política agraria inviable.
Otro caso similar tenemos en Nuarito. Allí se intervino una finca colindante con el estado Yaracuy. Se instalaron varias cooperativas y hasta los momentos no se produce nada. Allí había ganadería y agricultura, y ahora aparentemente no existe ninguna actividad que genere alimentos. Lo que sí se ha hecho es una tala de árboles para la venta de madera, de manera tan notoria que el Ministerio del Ambiente se vio obligado a intervenir aplicando sanciones y multas, las cuales según parece no han pasado del papel, pero son constancia oficial de la agresión cometida contra una zona que es protectora de acuíferos.
Estas tierras que anteriormente eran productivas y actualmente no le prestan beneficio a nadie son víctimas ocultas de las equivocaciones de un proceso político que ha desconocido el esfuerzo y el trabajo como palanca fundamental de la producción de alimentos. Así tenemos dos caras horribles de la realidad comunista, por un lado desabastecimiento, inflación, devaluación del bolívar y pobreza, por otra parte tierras abandonadas donde antes se producían los alimentos que ahora desparecieron de los abastos.