Parece una ironía, y lo es, que las personas el frente del Consejo Nacional Electoral no quieren que los ciudadanos participemos en el proceso electoral que deberían haber convocado y no convocan, precisamente, por eso. Para desalentarnos haciéndonos sentir su parcialidad. Puede que entre el momento de escribir estas líneas y el de su publicación, haya ocurrido finalmente el anuncio tan esperado. Puede que no. Pero la demora injustificable cuando el 5 de enero próximo debe instalarse la nueva Asamblea Nacional según la Constitución, tiene el sabor de una maniobra propagandística.
¿Sabían ustedes, por ejemplo, que la misión de Unasur que vino a las primarias de la Unidad el pasado domingo 17, no sabía que su visita no había sido concertada y ni siquiera informada a la Mesa de la Unidad, el movimiento coaligado que ese día elegía candidatos? Así lo deja constar con “sorpresa” el presidente del Tribunal Superior Electoral de Brasil en su carta al presidente Pro-Tempore del Consejo Electoral de Unasur, Jorge Arocena. La presencia sorpresiva de los acompañantes internacionales, como si vinieran coleados, invitados por el CNE a una fiesta que no era suya es demasiado sospechosa de torvas intenciones. Perdóneseme el símil, y no tiene ánimo de falta de respeto, pero es como si una agencia de festejos pudiera traer convidados a una recepción en la que trabaja.
Nos juzgan mal. Querían que hiciéramos una escena que nos malpusiera con los señores venidos de América del Sur y, al mismo tiempo, le echara más lodo a la convocatoria comicial. Pero nada que ver. Escribimos a Samper, secretario de Unasur, dejando conocer nuestro punto de vista, protestando el proceder e insistiendo en lo sano de una misión electoral internacional seria, significativa política y técnicamente. No un saludo a la bandera.
La revisión relámpago de las firmas en rechazo al decreto de Obama, increíble hasta para sus familiares más cercanos, también está dirigida a echar baldazos de agua fría a la opinión pública. Para que un buen número de votantes se quede en su casa porque “no vale la pena votar”. En realidad, a lo que de verdad temen es al voto de la gente. Ese momento secreto en el que nos quedamos a solas con nuestra conciencia y nuestro patriotismo.
Pero el truco está más que visto. Por eso no nos engaña.
Y, de paso ¿qué ha pasado con esas firmas? ¿Cuando las entregan? También en eso se burlaron de la gente.