Dirigirse a una entidad bancaria, sobre todo las públicas, requiere de sacrificios, porque las colas son interminables. La gente cree que es necesario llegar antes de la hora de apertura, porque hay mayores probabilidades de ser atendidos, pero la realidad es otra: los clientes reportan infinitas calamidades. Las sucursales comienzan a trabajar a las 08:30 de la mañana, muy tarde, a juicio de quienes esperan desde la madrugada, expuestos a los riesgos de la calle, por la imperiosa necesidad de efectuar transacciones o resolver cualquier asunto, debido a la lentitud que ha caracterizado a dichas instituciones.
“Mientras más tarde, más tedioso será el trámite”, reconoce un joven que iba a gestionar la tarjeta de crédito en el Banco de Venezuela del centro de la ciudad, para viajar al exterior. Luego de que el Gobierno nacional sólo autorizara a la banca pública para otorgar las divisas, la situación empeoró, en consecuencia las oficinas lucen abarrotadas a toda hora. El malestar es evidente entre la multitud, que aguarda con carpetas en mano. Usuarios se quejan que dan pocos números y gran parte de la gente se queda por fuera. Además señalaron que siempre tienen inconvenientes con los recaudos, por falta de información en el portal web o en las mismas oficinas. A estas circunstancias se suman las fallas en el sistema.