Pragmatismo y dogmas

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A pesar de las dificultades económicas, la situación del país se estabiliza ¿La razón? En primer término porque Washington ha modificado su actitud: si durante los dos primeros años de Nicolás Maduro se esperó o favoreció que tuviera lugar una suerte de “primavera” o “revolución de colores”, desde la cumbre de Panamá las cosas son diferentes, el acento se ha desplazado y una parte de los huevos han sido colocados en la cesta de las elecciones parlamentarias.

No puede ignorarse que una variación, grande o pequeña, de la estrategia de Washington pesa obviamente en lo que ocurre en Venezuela. Ya España se acopla a la nueva circunstancia bajando el tono y la Unión Europea va en la misma dirección. Las intervenciones continuarán, pero con otra intensidad y más dirigidas al punto de “las condiciones electorales”. La tensión ha disminuido y se siente en el ambiente, aunque siempre hay altibajos. La prioridad son las elecciones, que tienen siempre un componente de festividad. La MUD ha celebrado sus primarias en un clima pacífico y el mes entrante le corresponderá hacerlo al PSUV.

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Esto no significa que los problemas de la escasez y de la inflación hayan sido resueltos. Allí están las colas y los altos precios. Pero no se han convertido en algo explosivo. Es de suponer que el Gobierno apuesta a que durante toda esta etapa que solapa proceso electoral y bajos ingresos petroleros, los controles se harán más efectivos para garantizar acceso popular a los bienes básicos y, al mismo tiempo, conservar el sostén electoral. En tres meses se verá si funcionan las captahuellas y si fluyen las importaciones.

Dólares baratos para alimentos y medicinas, y restricción casi absoluta para salida de dividendos, viajes al exterior, vehículos particulares y bienes que no sean “básicos”. Una economía dual, que irrita a la clase alta porque no facilita la fuga de divisas y que pesará sobre el nivel de vida de la clase media asalariada, que sufrirá su condición de sándwiches.

La economía se ajustará temporalmente a su propio nivel de ingresos petroleros y mínimo funcionamiento de su aparato productivo. Pero éste no puede ser un esquema permanente. Hay que pensar desde ya en el relanzamiento productivo luego de las elecciones, para lo cual es indispensable estabilizar el valor del bolívar y el mercado cambiario, pivote de los precios relativos que guían la dinámica económica. Con este propósito el Gobierno debe dejar que se forme un precio por medio de la oferta de la demanda, regulada por la intervención gubernamental en la oferta y controlada por una prudente y disciplinada emisión de dinero. Sobre esta base se puede impulsar un proyecto de prosperidad, más allá del pragmatismo y de los dogmas, que integre al pueblo, a la clase media y sea compatible con las ganancias del empresariado nacional.

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