Es algo demasiado conocido y repetido. Los gobiernos inescrupulosos y en especial aquellos de corte autoritario y militar han acudido muchas veces al expediente de crear un conflicto internacional, sobre todo con países vecinos, cuando necesitan desviar la atención de conflictos internos que los tienen “contra las cuerdas”. Así fue con Colombia, en el caso nuestro. Hay cien ejemplos. Lo hicieron los militares de la dictadura argentina cuando invadieron Las Malvinas, un viejo reclamo de su país, con buenas razones históricas pero que fue usado sin escrúpulos para crear un sentimiento nacionalista y atenuar la creciente oposición interna. Por supuesto, les funcionó para bajar la presión internacional por las violaciones de los Derechos Humanos. Y para bajar la presión interna. Lo hicieron los mismos militares de Argentina y de Chile con el conflicto del canal de Beagle para lo mismo.
Fujimori que no era militar pero sí un autoritario, inventó una guerrita con Ecuador con lo que “ganó tiempo”. Todos esos gobiernos basuras se derrumbaron a la postre, pero quizás alargaron su tiempo acudiendo a un expediente que causo muchos muertos y enormes daños pero que atizó el nacionalismo fanático y los apuntaló un tiempo más.
Fidel Castro uso el tema del llamado “bloqueo” para lo mismo. En su caso, era cierto que desde los EE.UU propiciaban actos hostiles en respuesta, entre otras cosas, a las expropiaciones de bienes y empresas sin pagos por ellas y al alineamiento de Cuba con la otra superpotencia en medio de la “guerra fría”. Es cierto que apoyaron una invasión y numerosos atentados, pero Fidel supo siempre explotar el sentimiento nacionalista y hacer el papel de víctima. Él hacia lo mismo que los gringos con guerrillas y pequeñas invasiones en numerosos países de América Latina. Cuando los EE UU no le daban motivo, él lo inventaba. Y así pudo convertir su revolución, originalmente nacionalista y democrática, en un estado policial absolutista durante más de 50 años. Aún hoy, el régimen cubano usa “el bloqueo” – que no es tal sino un embargo comercial parcial – como excusa para justificar su fracaso económico, social y cada uno de sus experimentos desastrosos. Fue Fidel, pues, un maestro del patrioterismo inescrupuloso…
¿Qué busca el Madurocabellismo con los pleitos internacionales que promueve? A ratos solo el uso inescrupuloso del tema de los paramilitares para agredir y hostigar a la Unidad Democrática. Ahora, a ratos, parece querer llevar más allá de lo normal e tema de las relaciones con España y EE UU. ¿Fricciones para crear un ambiente ultra nacionalista y tapar el desastre eléctrico, el caos del abastecimiento, la ahogante inflación y la desesperante inseguridad? ¿Una manera de tratar de silenciar y enfriar la protesta popular? ¿Para acallar los escándalos de corrupción y la irritante regaladera de los dineros venezolanos? No se necesita mucho seso, estimado lector, para saber de qué se trata: patrioterismo palurdo, “potes de humo”, para ocultar el rotundo fracaso de la que hace algún tiempo los psuvecos llamaban – ya no la mientan así – “revolución bonita”. Ni más ni menos.