Lo que está pasando con EL IMPULSO y El Carabobeño, entre otros periódicos, es solo un acto más de una mala opera de terror. Desde hace meses este periódico viene anunciando la progresiva caída de sus inventarios de papel. Ya ocurrió antes, cuando tuvo que recurrir a la prensa amiga de Colombia. Ahora, justamente cuando la edición de papel está a punto de desaparecer, aparece el Sr. Hugo Cabezas anunciando que la Corporación Maneiro ya tiene papel en camino. No dijo cuándo le llegará, pero de todos modos EL IMPULSO, educadamente, se lo agradeció.
Lo cierto que no hay peor enemigo de los totalitarismos que la libre circulación de ideas que, a juicio de muchos de nosotros, son democráticas y de muchas maneras dicen la verdad respecto a los hechos que estamos viviendo. Para ellos, nuestras ideas son subversivas, le recuerdan a muchos que otra manera de vivir es posible. Y eso, simplemente no lo soporta el socialismo, llámese del siglo 21, marxista o cubano. Este socialismo no puede sobrevivir si la gente sigue pensando que esto es un desastre, que bien lo es. Prácticamente todo de lo bueno que ha hecho la revolución, ha podido hacerse también en la cuarta, sin tantos problemas y a tan alto costo. Lo bueno lo estamos pagando muy caro…y lo malo es, de muchas maneras, impagable, y nos llevará años recuperar.
La tarea de la gente opositora es justamente hacerle ver a la gente lo mal que se vive. Hasta hace unos años atrás, yo sentía la obligación de denunciar las trampas del gobierno en cualquier sitio donde hubiera alguien que pudiera escucharme. Por mucho tiempo siempre aparecía alguien dispuesto a rebatirme con sus correspondientes insultos de apátrida, escuálido, agente del imperialismo y otras lindezas.
Después llegó la etapa donde nadie me rebatía, pues el silencio reflejaba la duda y quizás el temor a manifestarse públicamente. Pero ahora, apenas toco el punto, la gente se despepita, hablan hasta por los codos y a todo gañote y dicen cosas muy duras contra el gobierno. Y todo esto revela una situación grave para los maduristas: entramos ya en la etapa del desengaño y el desencanto.
Esta es la tarea que debemos hacer todos. Por todos me refiero a gente común como yo que no está en conspiraciones militares, que no tiene contactos con ninguna guerrilla, que no recibe cheques de la CIA y que, incluso, tiene miedo de que algo le pase, como de hecho le está pasando a muchos.
Digo miedo, no respeto. El respeto se lo perdimos hace tiempo, queda perder el miedo y eso ocurrirá al mismo tiempo en que el régimen vaya demostrando su incapacidad para resolver los problemas de todos los días.
Son muchas las cosas que no puedo decir porque no las sé. No se sí ganaremos las elecciones, ni siquiera si las habrá. No puedo saber si el ingreso de los diputados a la nueva asamblea será pacífica o el gobierno se saltará las pocas normas que aun medio respeta. Pero me alienta mucho saber que incluso en los regímenes más duros, el pueblo conquistó el derecho, llegado el momento, de probar un camino distinto.
Y aunque no estoy seguro, siento que ese día se está acercando. Mientras tanto, sigamos diseminando el descontento, el malestar y la desesperación. Pueden callar a uno, pero no podrán callar a millones