Llueve… pero escampa – Entre títulos de verdad y títulos chimbos

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La meritocracia es una rara enfermedad en este desvencijado régimen. Desde la época del pulseo entre el extinto comandante que gobernaría hasta el 2 mil siempre y la gerencia de nuestra principal industria ya todo pintaba mal.

Pero ese invento de los méritos tan usada en las universidades y en los cuarteles, no fue un concepción de los apátridas gerentes de la otra PDVSA, ya Platón, Confucio, Gengis Kan y hasta Napoleón Bonaparte propusieron y plantearon sistemas en los que el mérito eran la medida para obtener mejores sociedades.

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Todo este cuento viene a que hay personajillos de quinta, que ante la ausencia de los más mínimos valores, recurren a cualquier artilugio para que les sea reconocido grados académicos para los que no se prepararon.
El doctor “chimbim”

Los equinos de Atila que hoy desgobiernan esta Tierra de Gracia y que criticaron a aquella secretaria privada por supuestamente obtener un título como abogada sin haber pasado por las aulas, hoy celebran que un conspicuo revolucionario, ataviado con su camisita Louis Vuitton, lo haya designado doctor una universidad que el gobierno catalogó de chimba y que los títulos carecían de validez.

Mientras ocurría este oprobio al mérito académico, como lo fue el conferimiento del título de doctor en leyes a un diputado sin estudios, lo cual lo hace un ser incompleto (Bolívar dixit), en la primigenia universidad venezolana se realizaba un acto que nos casa con la Venezuela que todos aspiramos, en la que la virtud y la valía se reconoce a los que con esfuerzo y tesón de años lo merecen.

En el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, estaban reunidos los autores de miles de ponencias, de millones de cuartillas, de billones de horas de estudio y de trillones de minutos de investigación.

Es que para obtener un doctorado en investigación es necesario defender una tesis basada en investigación original, la cual debiera desarrollarse en un período entre tres y seis años, uno debe suponer que el nuevo Ph.D. presentó la tesis trabajada en estos 15 años de involución, sobre la violación a la privacidad por parte de una operadora de televisión por cable y cómo garantizar los derechos de los que son espiados en sus casas.
Con verdaderos valores

Normalmente los hijos tenemos la dicha de que nuestros padres entren con nosotros al máximo recinto académico a vernos recibir nuestros distintivos que nos identifican como profesionales de las distintas áreas. Lo que uno no se imagina es que los hechos sean a la inversa.

Escuchar el Gaudemus Igitur seguido de las notas del Himno de la UCV, entonado por quienes celebraban 50 años de haber recibido su título académico, cobijados bajo las mismas Nubes de Calder que los vio subir a recibir la medalla y el título académico logrado con esfuerzo. En sillas de rueda, con andaderas, con bastones o por sus propios medios, en sus ojos aun se ve el espíritu universitario.

Escuchar el nombre de Margarita Arteaga de Yilales y de Ana Beatriz Siem, mi mamá y mi madrina, para que subiesen a recibir el reconocimiento, por esos años dedicados a cimentar esta patria es motivo de orgullo.

Es que cuando se ha laborado para trazar un camino de valores y rectitud, cualquier reconocimiento es insuficiente. El problema está cuando sin mérito alguno se usurpa los que no se es. El talento sin probidad es un azote, decía el Libertador, no tener talento, ni probidad es digno de un doctorado chimbo.

Llueve… pero escampa

@yilales

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