Supongo que la situación que a ultranza vive el país parece no tener justificación entre los conciudadanos honestos con principios y valores fundidos en el crisol del hogar ancestralmente regido por la ética, moral, urbanidad y buenas costumbres; tampoco entre los ciudadanos de las naciones donde ejercen la democracia y la libertad bajo el amparo de Estamentos Legales probos, ejecutados con la acción de la Justicia honesta.
Después de haber parido a los libertadores de América, Venezuela, cual madre bondadosa ha cobijado a sus hijos y a los hijos de sus hijos, y abría sus brazos caritativos a los emigrantes del mundo entero, que entre otras cosas huían de holocaustos, dictaduras y de ideologizaciones desfasadas y fracasadas que habían sumido a sus países nativos en el hambre y la miseria, producto de políticas económicas herradas que acabaron con la calidad de vida que alguna vez poseyeron.
Ahora vemos con dolor profundo como se va gran parte de la descendencia republicana del país que marcó hitos indiscutibles en gran parte del mundo, huyendo de la inseguridad jurídica que con ella arrastra la seguridad personal, económica y cultural, pretendiéndose confiscar la esperanza por su futuro, al no permitírseles ejercer derechos inalienables.
La increíble destrucción de las estadísticas del país impide cuantificar la realidad de la sumatoria de jóvenes que se están yendo del territorio venezolano en pos de un mejor futuro basado en el ejercicio pleno de sus derechos. La mayoría, jóvenes profesionales egresados de nuestras magnas casas de estudios con trayectorias impecables; con demostrados e irreprochables conocimientos.
Presumo inaceptable, que supuestamente, un médico con post-grado, gane al mes en un hospital venezolano menos de lo que gana un profesional medio en los Estados Unidos de Norteamérica en una hora y, eso a valor de dólar Simadi, porque si se calcula al valor del dólar “conseguible”, el médico venezolano, gana al mes casi la mitad de lo que gana el profesional de Gringolandia… ¡En una hora!
Podría aseverarse que esto no es más que la realidad determinada por la violación de las leyes económicas, pues estas, al igual que la Ley de la Gravedad y de las leyes de Dios… “No admite impunidad.”
Lo peor es que los errores o violaciones cometidas a las leyes económicas, irrestrictamente, son pagados por alguien; ante los cuales ha sido constante indiscutible que, siempre pagan los más desposeídos después de haber sido engañados en la ignorancia ingenua, que confirma el proverbio cubano del: “Vivo bobo.”
Se trataría entonces de la manipulación de las necesidades, con la implementación de la mendicidad y la repartición de migajas creando esperanzas entre los que no llegaron a tiempo para lograr obtener con qué saciar el hambre; esto, aunado a la desbocada impunidad delictiva para justificar la creciente corrupción.
Una mediana inteligencia tomaría muchos comentarios como sugerencias positivas ante lo que no se debe hacer, pero la tozudez impera más allá de la lógica, la razón y la sensatez que se impondrán más temprano que tarde, simplemente, porque irremediablemente, la realidad supera siempre las apetencias personales o comunitarias.
La prensa libre venezolana desde su creación, además de instruir a los ciudadanos, ha tratado de alertar y guiar a los responsables de la conducción de los destinos del país en la solución de problemas. Son motivos suficientes para defender a EL IMPULSO.
