Más de 13 años después de que las torres originales del World Trade Center fueron destruidas en los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, un nuevo centro de oficinas abrió sus puertas en el terreno donde se erguían las Torres Gemelas.
Los empleados del gigante editorial Condé Nast comenzaron a mudarse a la torre One World Trade Center, también llamada Torre de la Libertad.
La compañía -dueña de publicaciones como Vogue, The New Yorker y Vanity Fair- ha alquilado por 25 años un tercio del espacio disponible en la torre, en concreto los pisos que van del 20 al 44.
Su traslado desde su actual ubicación junto a Times Square -un área que ayudó a consolidar con su llegada en los años 90- se considera clave en la redefinición del barrio, donde las finanzas dejan paso a empresas del mundo del espectáculo, de la tecnología y de la comunicación.
El 60% de las instalaciones está arrendado y la Administración de Servicios Generales del gobierno estadounidense ha firmado contratos en 25.000 metros cuadrados.
El propietario del edificio, la Autoridad del Puerto de Nueva York y Nueva Jersey, ha alquilado alrededor del 55% del espacio disponible en el inmueble y sus propios trabajadores han comenzado a instalarse en uno de los edificios adyacentes, el Four World Trade Center.
El rascacielos de 542 metros de altura y con 104 plantas está ubicado en el centro de la plaza, que incluye un monumento conmemorativo donde las antiguas torres estaban localizadas y un museo que fue inaugurado este año.
La altura del edificio no es casual: la torre y su aguja tienen exactamente 1.776 pies de altura (542 metros), en referencia al año de la declaración de independencia de Estados Unidos.
Además de Condé Nast, empresas como Kid Creative y el grupo inversor BMB Group tienen previsto trasladarse al rascacielos.
La apertura del One World Trade Center junto con la inauguración el pasado mayo del museo del 11-S supone un paso fundamental en la reconstrucción del área destruida en los atentados del año 2001.