Amanece en el estado Lara y se encienden también los focos de protestas, cada vez más numerosos: vialidad, carencia de agua, inseguridad y muchas más son las razones que pueden llevar a un grupo de personas con un problema en común a organizarse, pactar el día, hora y lugar, y salir a expresar su descontento.
La protesta, en este sentido, es un acto social o político que busca obtener algo o modificar una determinada situación. En Venezuela, protestar no es nada nuevo. En el siglo XXI, puede citarse la época del paro petrolero, en la que miles de personas salían a las calles a marchar; las concentraciones estudiantiles luego del cierre de RCTV; las «guarimbas» del año 2014, entre otros.
Los anteriores son solamente algunos ejemplos a gran escala. En la actualidad, las manifestaciones de descontento se repiten con frecuencia en Lara. Recientemente, los educadores han protestado en solicitud de un aumento salarial; los trabajadores de la salud han impedido el paso en vías públicas, alzando su voz por las condiciones de los hospitales y por los beneficios laborales que les corresponden; habitantes del norte de Barquisimeto reclaman la falta de agua.
Son muchas, entonces, las protestas, las exigencias de mejoras en las condiciones de vida. Pero, ¿son igual de numerosas las respuestas por parte de los organismos competentes? Hoy en día, ¿rinde frutos el protestar?
Los partícipes de estas acciones esperan que sí.
Opiniones encontradas
Abraham Bravo, vecino del sector El Cardenal, vía Duaca, manifiesta que uno de los mayores problemas en esta zona es una cloaca que se encuentra colapsada desde hace meses, desbordándose el agua.
Residentes del área han trancado la vía en exigencia de una solución a esta situación. Bravo señala estar de acuerdo con este tipo de medidas, pues es una forma de llamar la atención: «Aunque últimamente no prestan mucha atención a las protestas. Habría que ir a reclamar frente al órgano que compete, como Hidrolara en este caso».
Agrega que hasta ahora, no se ha solventado esta situación con las aguas negras: «Las protestas son para ejercer presión. Hay muchos vecinos que se molestan por eso, así que sentimos que estamos entre la espada y la pared».
De este modo, no todos apoyan el cerrar una vía de circulación como acto de protesta. Laura Igarra, habitante del sector El Eneal, señala que las protestas que viven día a día en la zona, en las que los manifestantes cierran el paso Duaca – Barquisimeto por causa de la carencia de agua, generan pérdidas de tiempo y dinero: «Las protestas atrasan a la población. Es un enfrentamiento de pueblo contra pueblo. No afectan en nada al gobierno porque ellos ni se presentan a revisar la situación».
A Igarra le ha tocado quedarse atrapada en estas trancas: «Muchos no apoyan esas acciones porque hay ancianos pasando a pie, gente enferma que se tienen que bajar de un carro para montarse en otro. La gente se queja y está molesta. Las protestas no están dando resultado a las comunidades, el problema continúa, aunque subsanen por un momento. No hay respuesta verdadera».
Insiste en que otro problema que se presenta mientras los carros están sin avanzar a causa del cierre de la vía, es la inseguridad: «Mucha gente ha sido atracada en esas trancas». Asegura que a veces las personas tienen que caminar kilómetros para tomar otro vehículo.
«Con las trancas, los camiones de gasolina no pueden pasar. Todo se paraliza. Últimamente se ven colas en Duaca en las bombas de gasolina. A veces la gente pasa uno o dos días en las colas esperando que llegue un camión», añade.
Aunque ambos larenses coinciden en la poca respuesta a los reclamos, pese a la protesta, la población continúa expresando su inconformidad.
Sin articulación
La socióloga y profesora universitaria Milagros García explica que probablemente el principal motivo que mueve a la gente a protestar, es la esperanza de que realmente sea escuchado su clamor: «Las soluciones que le dan a los problemas muchas veces son temporales, pero no se resuelven de fondo y por eso vuelven las protestas cíclicamente».
Aún así, señala que en el terreno de las protestas, al venezolano le falta: «La protesta en Venezuela es selectiva, no generalizada. Suele ser para las mismas cosas: servicios públicos, como gas y agua. Pero no hay articulación. Los venezolanos, a pesar de la crisis, no hemos encontrado la forma de articularnos. Seguimos usando mecanismos tradicionales de expresión colectiva de inconformidad. ¿Cómo hacer para provocar una respuesta que resuelva lo que nos está pasando?»
García advierte que en este sentido, el principal obstáculo es el paternalismo: «Seguimos pensando que la solución no es nuestra sino del Estado. Esa idea de que es otro quien tiene la responsabilidad y no yo. Hay poco desarrollo de la ciudadanía y responsabilidad ciudadana. Uno de los principales fracasos de esta llamada revolución, es que no ha habido un cambio cultural y de mentalidad en cuanto a esa idea de que es el Estado quien resuelve».
Mientras haya problemas que desmejoren la calidad de vida del ciudadano, éste continuará expresando su descontento. Precisamente, esta es una de las bases de la democracia. Cabe resaltar que la respuesta oportuna a las necesidades, debe ser otro de los cimientos de un gobierno responsable y justo.
Así, mientras la protesta no dé resultado, algo está fallando.