Distinta es la percepción que se tiene de la lectura de otro informe tomado por el Dr. Ambrosio Perera del Museo Naval en Madrid, Archivo del Ministerio de Marina, Sección Virreinato de Santa Fe, Signatura MS566, del 27 de agosto de 1785, publicado en su libro sobre organización de pueblos antiguos de Venezuela, donde hablando de los gayones de Bobare dice:
“…su cotidiano mantenimiento es una hierba mala que llaman cocuyo, la que con el beneficio de hornearla deja de ser venenosa y es comida dulce y de sustento”
En la corta cita se observa lo siguiente que debe destacarse:
1. Que los gayones de Bobare de 1765, se mantenían cotidianamente con dicha planta, no esporádicamente.
2. Que a la misma llamaban Cocuy, o cocuyo según el informe.
3. Que para comerla era preciso hornearla lo que se hacía no para que dejara de ser venenosa, que no lo es, sino porque con la cocción adquiría sus mejores condiciones para ingerirla, como así mismo sucede con todas las plantas comestibles.
4. Que era “comida dulce y de sustento”, claro está al procederse con su cocción a la brasa (Perera, 1964, II, p. 215)
Este informe, como todos los que hasta aquí se han citado, nada dice de que de esta planta llamada Cocuy o cocuyo, se hiciera hasta entonces algún tipo de licor fermentado y, menos aún, destilado lo que en fecha ya tan avanzada de la permanencia colonialista española en estos territorios del ágave cocuy y la existencia, por todo el país de numerosos alambiques para la destilación de aguardientes de caña, obliga a pensar que, por alguna razón, no se obtenía licor de ella, del ágave, lo más seguro por impedirlo las autoridades, especialmente las religiosas y, si los indios lo producían debió ser en forma clandestina, oculta, sobre lo cual no se tiene información.
Esta es la misma relación que más completa, cita R. D. Silva Uzcátegui atribuyéndole a D. Juan de Salas:
“… su cotidiano mantenimiento es una hierba mala que llaman cocui la que con el beneficio de jornearlo deja de ser venenosa y es comida dulce y de sustento aunque agregan algún conejo y frutillas silvestres, cuando no matan de las crías de los españoles” (Silva Uzcátegui, 1981, p.116)
Aquí definitivamente aparece la cabeza del cocuy como pan para acompañar la ingesta de “algún conejo” o carnes quitadas a los españoles.
VI. Aparece el cocuy de Agave
Ni con la larga relación del hombre mexicano con el ágave ni con la atenta investigación que historiadores y científicos han desarrollado sobre dicha planta y el mezcal, se ha podido determinar el comienzo de la destilación, afirma de manera inequívoca Cornelio I. Pérez Ricardez en un artículo titulado “Los mezcales y sus tradiciones: complejidad, gastronomía, control social y gusto histórico”, que no ha sido posible fecharse cuando se destiló por primera vez mezcal.
“No se sabe cómo empezó la destilación de Mezcal; basta decir que técnica y materialmente ya era posible en la época prehispánica, pues el conocimiento del maguey, de su cocción y la fabricación de ollas son elementos básicos para destilar. A fin de cuentas la destilación no es más que el paso de un líquido al estado gaseoso y su condensación, como la del agua destilada”; por supuesto que estas opiniones se refieren al caso mexicano pues en relación con la situación venezolana, el asunto es todavía menos fácil de resolver o aclarar, así que tampoco existe respuesta precisa acerca de cuándo habría empezado en Venezuela a producirse por destilación el Cocuy de Agave, pero con base en la documentación existente y conocida, podría decirse, con un alto grado de probabilidad cierta, que la elaboración del aguardiente del Agave Cocuy comenzó, y su producción y consumo, se hizo general en la región Centro-Occidental del país en la segunda mitad del siglo XVIII.