No debe ser fácil morir a ninguna edad. Tampoco a los 84 años para quien vivió con intensidad. En sociedades donde predomina la gente joven que sin saberlo es vieja, suele pensarse que un hombre de 84 ya vivió lo suficiente. Alberto Salcedo Ramos, uno de los mejores cronistas colombianos, afirma que, “Oír hablar a un viejo es como leer con los oídos. Por eso el poeta senegalés Leopold Sedar Senghor decía que cuando un anciano muere es como si se quemara una biblioteca”.
Alexis Márquez Rodríguez era todo un personaje. Gran lector, solía decir a sus alumnos: “A escribir se aprende leyendo”. Nos dejó cerca de 20 trabajos de crítica literaria, biografías, semblanzas y cinco tomos de recopilaciones de su columna semanal “Con la Lengua”, cuyo contenido debería ser de obligatoria consulta en aulas reales y virtuales, liceos y universidades, hogares y oficinas.
Recibió dos veces el Premio Nacional de Periodismo, uno en la Mención Docencia y otro en Opinión, premios que ilustran su gran preocupación: ayudarnos a comprender a todos los venezolanos, la importancia de apropiarnos eficazmente del lenguaje, vía del pensamiento oral y escrito, para utilizarlo con conciencia y propiedad.
Egresado del Pedagógico de Caracas, años después se graduó de abogado,mas no ejerció otra cosa que no fuera la paciencia, docencia y hasta la decencia, especialmente cuando le preguntaban una y otra vez en sus conferencias o mediante correos, asuntos como,¿“por qué no se dice habemos ni hubieron”? Inventaba los ejemplos para no cansar ni cansarse. A veces parecía huraño y poco carismático, pero quienes oyeron sus programas de radio, terminaron siendo sus fans.
Si nos tocara nombrar dos intelectuales venezolanos que hayan hecho muchísimo énfasis sobre el uso adecuado del lenguaje, nombraríamos a Rafael Cadenas, quien desde la poesía, como todo gran escritor, enriquece el río de la lengua y desde la docencia, ensayos y entrevistas, insiste acerca de los peligros que corre toda sociedad que no solamente lo ignore y lo destruya, sino que no enriquezca su idioma. El otro, sería Alexis Márquez Rodríguez y su incansable labor de dar a conocer los vericuetos del lenguaje que nos permiten entender y recrear la multiplicidad y complejidad de la realidad simbólica, esa misma que los modernos bárbaros se empeñan en reducira la elemental literalidad.
Las nuevas tecnologías a través de recursos como el Whatsaap, nos muestran en su rápida sencillez, la enorme complejidad del lenguaje humano y los riesgos de la imprecisión, irrespeto a la ortografía, ambigüedad lingüística y uso arbitrario de los signos de puntuación. Asunto que no solamente genera chistes sino malos entendidos y dificultades para dar y entender informaciones precisas. A mayor ignorancia de los recursos del idioma, mayor dificultad para comunicar e incluso resumir pensamientos complejos. Millones son los llamados a usar los celulares en el mundo pero muy pocos a comunicarse eficazmente y por escrito a través de ellos.
Sirva este recuerdo como reconocimiento personal a quien me ayudó a cruzar desde mi adolescencia, con inmenso amor y placer los territorios del lenguaje. Seguirá entre nosotros, en esa biblioteca grande o chica que cada uno se construye a partir del andamiaje verbal que nombra, borra o reescribe, lo que nos sustenta y fortalece.